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En estas últimas décadas, llegaron los avances estéticos para un reducido porcentaje de la población, pero también ha crecido la cantidad de gente que pierde sus dientes sin posibilidad de acceder a un tratamiento estético vital.
Los dientes sanos constituyen una parte muy importante no solo para poder comer (cortar, masticar, desgarrar los alimentos) sino como parte fundamental de la autoestima y el desarrollo personal. Necesitamos sonreír tanto como respirar. Hace muchos años, conversando, una joven del bañado, me decía: “Mi sueño es ser secretaria”. La chica era muy despierta, honesta, trabajadora, pero, como tantos otros compatriotas, estaba sumida en la miseria económica. Después de varios años supe de ella, se había casado y tenido hijos. Seguía guapa, la vi pasar seria, pensativa, avejentada, manejando su carro tirado a caballo. Cuando me vio, me saludó y sonrió… ya sin varios dientes. Ella como millones tiene una realidad de salud negada, por ende, sus posibilidades de salir adelante y vivir mejor es menor, pero enorme el ser discriminada. Todavía en las redes no creamos aluviones de indignados por un servicio de salud gratuito y eficiente.
Por supuesto, hay otras razones por las que las personas pierden sus dientes. Siempre me intereso en saber qué piensan al respecto y cómo se sienten. Algunos adultos no superan traumas de la niñez, o el sueldo nunca les da, la falta de tiempo, y hay enfermedades/medicación que toman o tomaron en sus años infantiles que les impiden tener una dentadura saludable.
En el otro extremo, la gente que gasta en tratamientos de belleza odontológicos, lo cual, sin embargo, también puede tener su consecuencia en el impacto social. Lo artificial choca, por eso en muchos casos no es agradable ver a una persona con dentadura de moda –aunque la educación aconseje no decirlo–, que, además, siembra estereotipos físicos.
Mediante los avances, hoy muchos, si tienen trabajo, pueden corregir sus dientes torcidos o con alguna deficiencia mediante tratamientos e instrumentos terapéuticos de la especialidad.
No obstante, el gran avance de salud pública será siempre la prevención. Controlar los alimentos que consume la población, su nivel de conocimiento y sus posibilidades económicas es tarea ministerial, junto con hogares, escuelas, parroquias, centros. En Paraguay, poder sonreír es uno de los derechos más postergados.
lperalta@abc.com.py