Partidizar, método para mejorar la educación

¿Será que Santiago Peña, candidato oficialista a la presidencia, ya habrá repensado el anuncio que hizo días pasados de que, en caso de acceder al poder en 2018, propondrá la continuidad de Enrique Riera en el Ministerio de Educación? 

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El secretario de Estado, no contento con haberse ofrecido para quemar en plaza pública los libros que hablen sobre perspectiva de género, instó el pasado fin de semana a supervisores y docentes a “ponerse la camiseta del Partido Colorado”, votar a su jefe y asegurar el triunfo del cartismo en las internas del 17 de diciembre.

Justamente Peña, de visita en el Vaticano, dijo en un discurso que el gran desafío del Paraguay es mejorar la calidad de la educación. Cuesta imaginar en qué contribuirá para ese efecto el hecho de que todos los maestros y maestras del país se fanaticen por el partido que está en el poder.

Las expresiones de Riera sobre quemar libros y partidizar la educación pública, siendo él ministro del ramo, solo admiten comparación con aquellas desafortunadas declaraciones de la senadora oficialista Mirta Gusinky quien, cuando se desempeñaba como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, planteó como método para acabar con el EPP tirar bombas y granadas en la zona sin importar que muera gente que nada tenía que ver, con la excusa de que “igual están muriendo inocentes ahora”.

Pese a esta barbaridad, Gusinky fue recientemente premiada con un lugar en la lista de senadores.

Es paradójico que, siendo leitmotiv del Gobierno el mirar hacia adelante y no repetir viejos vicios de la política, se empeñen al mismo tiempo en instalar prácticas que recuerdan al régimen stronista, como obligar a los funcionarios públicos a ir a los actos políticos, hacer campaña con los bienes públicos y confundir al partido con el Estado. La variante es que ahora, además de la amenaza, se intenta “convencer” con dinero en efectivo.

En el fondo, esta administración, con actitudes como la de Riera, demuestra un profundo desprecio y desdén por la ciudadanía en general y por sus correligionarios en particular, a quienes no considera capaz de discernir lo que les conviene a ellos y al país.

Si fuera cierto que esta administración ha hecho lo que nunca se hizo antes en materia de obras y asistencia social, no haría falta ningún tipo de presión o chantaje.

A esta altura, excusarse en que el problema es que el Ejecutivo no sabe comunicar sus logros o culpar a la propaganda adversa de los medios de comunicación, es un recurso muy pobre. Cuando la situación económica y social realmente mejora, no hay propaganda que pueda convencer de lo contrario a los ciudadanos.

Es improbable que el Presidente tome alguna medida por lo que dijo el ministro de Educación. Posiblemente, hasta debe considerar que nada hay de reprochable en lo que dijo y que merece una felicitación por su “lealtad”.

El oficialismo ofrece continuar con lo mismo de ahora e inclusive profundizar el “modelo” actual. Por eso incluye en sus listas a la mayoría de los políticos que ya están en el Congreso agregando a algunos personajes muy conocidos como Javier Zacarías Irún y Darío Filártiga.

Peña da la impresión de creer que todo está más o menos bien en el país y no hacen falta grandes cambios en un eventual próximo gobierno a su cargo. Si fuera un poco astuto, esta es la coyuntura que tiene para rebatir a quienes afirman que todo se lo imponen. Para empezar, debería al menos dar a entender que no “renovará automáticamente el contrato” a todos los miembros del Gabinete.

Pero hacer eso sería ir contra toda la estrategia electoral que otros le diseñaron, en la que él es una pieza más, sin posibilidad de hacer movidas inesperadas.

mcaceres@abc.com.py

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