Santa María de Fe forma parte de los patrimonios del Mercado Común del Sur (Mercosur). Es el único pueblo fundado por los jesuitas cuyas manzanas históricas aún no sufrieron los daños de la capa asfáltica.
Es una comunidad tranquila, apacible, donde los jesuitas llegaron para quedarse luego de la tenaz persecución de los paulistas bandeirantes, quienes asediaban a los indígenas y religiosos.
En la actualidad, con el pretexto de la modernidad y la civilización, las autoridades comunales y de la Gobernación, con ayuda del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), intentaron el asfaltado del centro histórico.
El director general de Bienes y Servicios Culturales de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), Osvaldo Salerno, hizo una oportuna advertencia y una llamada de atención para no transgredir la Ley 5621/2016 de protección de los patrimonios. Ante la protesta, las obras serán implementadas fuera del centro histórico, según prometieron autoridades de Misiones.
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La modernidad y la civilización no son sinónimos de la cultura. Eso hay que entenderlo y diferenciarlo. Mientras la civilización es el progreso y el desarrollo de una sociedad que evoluciona; la cultura engloba las ideas, costumbres, tradiciones, el folclore, los valores, mitos y leyendas y las creaciones que caracterizan a una comunidad o un país.
La cultura es la manifestación y expresión genuina que identifica a un pueblo. Un aborigen puede ser un hombre culto, pero no civilizado. Un hombre civilizado con título universitario, varias medallas y conocimientos técnicos, puede que no sea culto, porque no supo cultivar las costumbres, tradiciones ni respeta los valores históricos ni patrimoniales de su país.
Los patrimonios, sean tangibles o intangibles, son bienes que nos identifican como ser paraguayo y expresiones que caracterizan a los pueblos. De modo que es una obligación cuidarlos y conservarlos.
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