Planes para seguir con el “proyecto”

Las pocas probabilidades actuales de que la oposición se una para el 2018 y el escaso tino que están demostrando llevan al presidente Horacio Cartes a mostrarse en los últimos días más colorado que nunca. El cálculo es que será suficiente el voto partidario disciplinado para que gane el candidato que él designe.

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A esta altura, es evidente que el proyecto reeleccionista no corre. Liquidada la posibilidad de enmienda constitucional, no hay tiempo ni condiciones de convocar a una Convención Nacional Constituyente para reformar la Carta Magna.

Además de no haber votos, impulsar un gran acuerdo político, convocar a elecciones, instalar y controlar a los convencionales para que hagan lo que se les ordena, implicaría un gran derroche de tiempo y dinero que difícilmente sea digerible para la ciudadanía, ocupada en atender necesidades mucho más básicas y urgentes.

No obstante, el oficialismo mantendrá el tema de la reelección en el candelero lo más que pueda para tener ocupados a los medios de prensa y conservar la iniciativa en la interna colorada con la expectativa (falsa) de que podría disputar nuevamente el poder en el próximo periodo.

Otra cuestión que el Mandatario llevará al límite es el anuncio de quién será su delfín.

Las cualidades que deberá reunir el sucesor consisten, más que en su lealtad a toda prueba, en una profunda conciencia de que su designación dependerá totalmente de la decisión del “líder”. Al mismo tiempo, el elegido no deberá parecer pusilánime, monigote, advenedizo o un inescrupuloso al que nadie votaría ni por descarte.

Conseguir estas condiciones en un mismo personaje parece difícil, pero es el desafío del cartismo para continuar con su proyecto en los próximos años.

En su “cruzada”, el Mandatario pretende contar con la inestimable ayuda de los partidos de oposición, en el sentido de seguir mostrando al electorado una ineptitud de construir alternativas creíbles.

Igualmente, jugará con una supuesta incapacidad de la ciudadanía, incluyendo a sus partidarios, para captar algunas señales o mensajes importantes que ha dado esta administración en cuanto a su gestión.

Uno de esos mensajes a percibir es que el Presidente no tuvo problemas en presentarse como colorado para ser candidato, luego prescindir de cualquier opinión partidaria para establecer su proyecto de gobierno y elegir a sus colaboradores y ahora mostrarse nuevamente como gran colorado, cuando necesita respaldo político para llevar adelante sus planes.

Otras señales son que, durante su mandato, aumentaron los secuestros y muertes por actos de terrorismo, los hechos violentos vinculados con el accionar de mafias del narcotráfico y la inseguridad ciudadana. Sin embargo, recientemente echó al ministro del Interior a pedido de convencionales de su partido, solo por ser de otro signo político. Mostró así que su gobierno, además de ser excluyente, no tiene ningún plan serio de seguridad o que, si lo tenía, no tuvo problemas en tirarlo a la basura por cuestiones de su interna partidaria.

Cartes espera que, entre fines de este año e inicios del próximo, varias obras de infraestructura en marcha, especialmente rutas y viviendas, lo muestren como un Presidente “que construye” (al estilo stronista), intentando ocultar que serán fruto del gran endeudamiento público que pagarán varias generaciones de paraguayos.

La idea es cabalgar sobre estas obras que vendrán, prometer más de lo mismo, presentar a su candidato como opción frente al “caos” y utilizar de nuevo la maquinaria electoral partidaria, convenientemente aceitada.

Todo eso aderezado con una presunta falta de reacción y de memoria ciudadana. Tal vez, la parte inmanejable y débil del plan.

mcaceres@abc.com.py

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