Mediante una auto-convocatoria, representantes de ambos municipios y vecinos del arroyo resolvieron organizarse en un equipo de trabajo que se propone literalmente recuperar el curso hídrico, limpiar su cauce que está inundado de basura de todo tipo, y recuperar el espacio verde para disfrute de la ciudadanía.
Además de aplaudir la iniciativa, esta “movida” ciudadana debe ser valorada en toda su dimensión. En primer lugar, porque constituye una bofetada para los burócratas haraganes que cobran un jugoso salario en el cacareado proyecto “Yporã” de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY).
Estos son incapaces siquiera de limpiar el arroyo en un sector que está a menos de 200 metros de sus refrigeradas oficinas.
En segundo término, demuestra que cuando hay un interés común se puede organizar y trabajar en forma mancomunada, como el caso de estos dos municipios y sus respectivos representantes comunales.
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Es de esperar, sin embargo, que esta propuesta no caiga en las rencillas políticas o deseos de figuración que suelen contaminar y destruir cualquier proyecto, por bien intencionado que sea.
Uno de los propulsores de la idea dijo que esperan el apoyo de la ciudadanía en las muchas tareas que les espera, comenzando por la limpieza del arroyo, y luego en la reforestación de la cobertura boscosa que también fue objeto de rapiña y destrucción.
En Corea, país que se encuentra en nuestras antípodas, existe un emblemático río, el Han, que cruza todo el país, de norte a sur. En la capital de Corea del Sur, Seúl, los ciudadanos tomaron la iniciativa de rescatar el río que literalmente estaba muerto. Fue un arduo trabajo, pero hoy es uno de los atractivos que enorgullece a los coreanos. Un simple ejemplo de que cuando se quiere, se puede.
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