Pobreza de primera

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A esta altura del torneo, todos los malos augurios que se podían cranear sobre la presencia de River Plate y General Caballero en la Primera División, se van haciendo realidad.

Por varios factores y a pesar de estar en pleno mes de abril, el regreso a la División Intermedia parece ser una cuestión juzgada para ambas instituciones, de no producirse un milagroso cambio en este andar tambaleante y con tantas carencias.

Y pensar que el retorno del Kelito tras más de veinte años fue festejado por propios y extraños al ser uno de los clubes barriales que más simpatías despierta en la capital.

Mirando profundamente la situación, se puede colegir que existe una gran diferencia entre la Intermedia y la Primera División, arrancando desde la propia infraestructura de los estadios, conformación de los planteles, gestión dirigencial y por sobre todo la mentalidad a la hora de establecer las pautas con el fin de permanecer en la categoría profesional.

El más comprometido desde sus precariedades es River, un plantel con mayoría de jugadores de Intermedia, una gran inestabilidad de entrenadores desde las propias condiciones que les ofrecen a los mismos, recordemos que el argentino Basualdo fue contratado, pero nunca llegó, que Pablo Caballero asumió pero salió corriendo a los tres días por falta de logística.

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Logística que se traslada a la ausencia de un médico dedicado al plantel, falta de agua en los entrenamientos y otras cuestiones básicas.

El propio Solalinde, de gran identificación con el Kelito, resaltó que pudieron practicar con diez balones en su presentación como nuevo director técnico, luego del despido de Pavani tras dos derrotas, el papelón de Caballero y el interinato de Mario Rivarola.

Con un poco más de apoyo, General Caballero parece derrumbarse tras recibir catorce goles en los dos últimos encuentros, un récord negativo poco frecuente y con dos conductores diferentes como Bobadilla y Genes.

Es muy amplia la diferencia entre los ascendidos y el resto de los participantes en la Primera División, brechas insalvables que ya se notaron en otras temporadas, con clubes que ganaron legítimamente el derecho a subir pero jamás se aggiornaron a lo que es el fútbol profesional.

Ejemplos hay muchos, basta con recordar las polladas que hacían los jugadores de Cerro de Presidente Franco para subsistir, o aquellos futbolistas del Silvio Pettirossi que les pedían las camisetas a los jugadores de Olimpia y Cerro, para después venderlas y llevar algo de dinero a sus casas, o yendo más lejos hasta aquel plantel de Resistencia que en 1999 ni siquiera tenía una vestimenta adecuada para un equipo “profesional”.

No solo hay que subir, sino mantenerse, ese viejo dicho que engloba perfectamente el bajo y paupérrimo nivel en algunos casos, de los clubes que provienen de la Intermedia, salvo Deportivo Capiatá y General Díaz, todo un ejemplo para aquellos que juegan a la aventura en la Primera, a la que nunca se pudieron integrar por su propia desidia y pobreza.

aandresfederico@gmail.com