Política creativa

SALAMANCA. Aunque saben que son objetivos difíciles de alcanzar, los griegos han decidido reclamarle a Alemania que les paguen todo lo que rompieron en Grecia durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial entre 1941 y 1944. La suma exigida es de 162.000 millones de euros, sin que esta suma contemple los intereses acumulados en los últimos sesenta años. Grecia, que es el país que peor está llevando la actual crisis que sacude toda la Unión Europea, tiene una deuda consolidada de 240.000 millones de euros, la pública y la interna. Según los analistas económicos, la pública significa, en estos momentos, el 172% del PIB, lo que describe, con exactitud, el estado ruinoso en que se encuentra el país.

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En la suma reclamada a Alemania están todos los gastos de reconstrucción de las infraestructuras del país que fueron arrasadas por la guerra además de “efectos colaterales” que no se pueden valorar en términos económicos: 300.000 muertos por inanición, ejecuciones en masa y, además, el exilio de decenas de miles de opositores. Un hecho que es poco conocido: las fuerzas de ocupación nazi obligaron al gobierno griego de entonces, a contraer préstamos para financiar con ellos a las tropas de ocupación.

El periódico “To Vima”, de centroizquierda fue el que puso sobre la mesa el tema y aclaró que “Grecia jamás ha recibido ninguna compensación, ni por los préstamos que se vio forzada a suscribir para Alemania, ni por los daños sufridos durante la guerra”, según datos recogidos por el periódico español “El País”. Las posibilidades de que Alemania reconozca esa compensación son remotas ya que en 1960 ambos países firmaron un acuerdo por el cual Grecia renunciaba a nuevas reclamaciones por la invasión nazi.

También con remotas posibilidades de conseguir lo que piden, los bolivianos han decidido ir a los tribunales de La Haya para reclamar una salida al mar cuyo litoral perdieron durante la llamada Guerra del Pacífico (1879-1883), entre Chile, Perú y Bolivia en la que se hizo célebre el coronel Eduardo Abaroa Hidalgo (1838-1879), héroe de esa guerra que, ante la exigencia de rendición por parte del ejército chileno exclamó: “¿Rendirme, yo? ¡Que se rinda tu abuela, carajo!”, aunque en la lápida de su sepulcro, en la cripta de la iglesia de San Francisco en La Paz figure simplemente: “...que se rinda tu abuela, c...”. En esa guerra Bolivia perdió 400 kilómetros de costa sobre el Pacífico y un total de 1.200 kilómetros cuadrados de territorio. En este caso también existe un Tratado de Paz y Amistad que en 1904 firmaron ambos países por el cual Bolivia no puede hacer ningún tipo de reclamo territorial. El pez grande se devoró al pez chico.

A pesar de los obstáculos que existen para que tanto Grecia como Bolivia hagan escuchar sus reclamos y, sobre todo, que se busquen los caminos para solucionar los problemas que sufren a consecuencia de guerras llevadas en su contra por potencias extranjeras, es importante que lo hagan pues ellos poseen un valor testimonial de inapreciable valor. Muestran una decisión clara de luchar por lo que consideran, en justicia, su legítimo derecho.

Estos dos casos vienen a cuento que mientras tanto en Paraguay seguimos durmiendo la amodorrada siesta del trópico, pasando de puntillas al lado de quienes buscan sojuzgarnos, por temor a molestarlos con los ruidos de nuestros pasos. Argentina sigue insistiendo con el tema de las Malvinas que está en poder de los ingleses desde 1833 y los paraguayos guardamos silencio sobre el territorio que nos quitaron en la Guerra del 70. El país quedó arrasado por el paso de las tropas aliadas (Argentina, Brasil, Uruguay) y que yo sepa nunca hemos recibido un céntimo por todas esas pérdidas. Dentro de la historia reciente nos han expulsado del Mercosur, de Unasur y otros foros internacionales y hemos pergeñado apenas algunas tímidas protestas.

Argentina constantemente obstaculiza nuestro comercio ya sea por tierra o por agua camino del puerto de Buenos Aires rumbo a otros destinos y la siesta profunda se abate sobre nuestro país. ¿Existirán en Paraguay abogados lo suficientemente creativos que logren buscar –y si no existen, que los inventen– los argumentos necesarios para hacer escuchar nuestros reclamos y denunciar en los tribunales internacionales las injusticias de que somos víctimas por nuestros arrogantes vecinos?

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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