Poluir con flores

La higiene urbana y el embellecimiento de la ciudad van de la mano. Es sinónimo de pulcritud, aseo, esmero y buenos modales. En los primeros tiempos de la Asunción colonial –como no existía recolección de basura–, la mejor limpiadora de la ciudad era la lluvia con sus grandes raudales.

Cargando...

Las precipitaciones y el gran torrente de agua que tomaba por cauce las calles se llevaban todo hacia el río y de allí, seguramente, llegaban –tarde o temprano– al Mar Dulce o Río de la Plata.

Pero la gente ya era puerca entonces –tanto como ahora– y los mercados y sitios públicos –incluso las casas– apestaban, según las crónicas.

Cuando la ciudad fue creciendo y hubo necesidad de mejorar los modales, tal vez haya surgido la Ordenanza 39 del año 1891 sobre “Letrinas, albañales, limpieza de calles y blanqueo de casas”. Mediante esta normativa surgieron los “comisarios municipales para practicar las visitas domiciliarias y cumplir estrictamente las prescripciones sobre higiene pública”. Controlaban los patios, caballerizas y hasta las letrinas de los asuncenos.

La limpieza de calles, según dicha normativa, correspondía al frentista hasta el centro de la calzada. Se debían recoger las botellas, latas y arrancar los yuyos de las veredas.

Pareciera que esta ciudad y sus ciudadanos hemos sufrido un retroceso en lo que se refiere a limpieza y ornamentación urbana. En muchos barrios la gente no es capaz de asear su patio y mucho menos su vereda.

Pero la contaminación y suciedad de la Capital no solo se da en el suelo, sino también en el aire. Tantos carteles superpuestos en distintos tamaños y colores, colocados sin ton ni son, producen vértigo.

Tal vez la ordenanza más antigua de cartelería que tenemos en Asunción sea la número 860, del año 1918. En ella “se prohíbe terminantemente la fijación de carteles en las paredes de edificios públicos y particulares, en los monumentos e instalaciones de las plazas u jardines y en general en las obras de ornato y utilidad pública dentro del municipio”. Pero el avance del tiempo, la tecnología y el consumo, obviamente cambiaron las pautas de conducta y en Asunción queremos tener una burda copia del “Times Square” de Nueva York, en todos los cruces de avenidas.

La limpieza de la ciudad, así como su embellecimiento, es tarea de todos. De ahí, son elogiables dos acciones que se notan últimamente en Asunción. Una de ellas es el retiro de cuanto pasacalle y cartelito de morondanga clavados en postes de alumbrado, árboles y hasta en señales de tránsito. Lo que se espera es que la Municipalidad se anime a retirar las gigantografías ilegales que pululan como hongos, promesa aún pendiente de la administración del intendente Mario Ferreiro.

Otro punto loable es la aparición de tramos de paseos centrales con flores a cargo de empresas privadas que decidieron hacer un bien a la comunidad hermoseando la vía pública frente a sus establecimientos.

Las ordenanzas de padrinazgo de plazas, parques y paseos centrales de avenidas, así como las que regulan la publicidad en la vía pública, se debaten desde los 90, y aunque van teniendo modificaciones cada tanto están vigentes y complementan la higiene de la ciudad, tanto del espacio terrestre como del aéreo.

Si la gente entendiera que la ciudad más limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia...

Y si las empresas y comercios razonaran que la mejor publicidad no es la del cartel más gigantesco, sino el jardinado de paseos y calles, Asunción sería una de las ciudades más bellas y saludables de América. Por favor, poluyamos, pero con flores.

pgomez@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...