Desde el Ejecutivo parece hasta ahora querer minimizar las consecuencias de esta disputa, definitivamente política, sin advertir que tienen mucho que perder.
Como ha ocurrido en la historia política reciente del país, es posible que, con esa actitud, el oficialismo esté ayudando a crear un adversario político-electoral que hasta ahora no tenía símbolos alrededor de los que agruparse.
Los representantes del Gobierno cuestionan la suma variopinta de manifestantes que se fue y se va dando, con reclamos de todo tipo, sumada a una actitud que consideran de provocación y el hecho de empeorar el ya caótico tránsito cotidiano en la Capital.
Del lado de los líderes de la manifestación, resulta lógico que las acciones que realizan apunten a hacerse notar y, por eso mismo, mejor es para ellos si se juntan cada vez más sectores, organizados o no, de la ciudadanía, con sus reclamos particulares.
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El oficialismo quiere instalar la idea de que estos reclamos que se van sumando en las plazas frente al Congreso son fruto de un oportunismo político y que tienen un componente de desorden e irracionalidad. Sostienen que sus demandas se refieren a cuestiones tan dispersas que requieren, cada una de ellas, de una atención específica.
Desde otro punto de vista, las características de esta manifestación pueden leerse como un síntoma que se corporiza en las plazas de un malestar ciudadano por la falta de resultados y de ejecutividad de parte del Gobierno.
La percepción es que el Poder Ejecutivo quiere hacer pero, por su incapacidad, no hace. Lamentablemente para esta administración, el culpable a señalar no puede ser, como tantas veces, el Congreso, que ha aprobado casi todos los préstamos internacionales, bonos soberanos y leyes que quiso el Ejecutivo en los primeros dos años de su gestión.
La versión que se maneja hasta ahora en el ambiente político es que el Jefe del Ejecutivo solamente espera que se concreten los resultados en los próximos meses para lanzar después su plan de reelección.
Sin embargo y debido al cariz que ha tomado la actual manifestación, la forma en que resuelva el Gobierno esta coyuntura puede condicionar sus planes políticos y partidarios futuros.
El Ejecutivo preferiría que la protesta se vaya desinflando sin consecuencias. En particular, sin que tenga que acudir a la represión, algo que tiene siempre consecuencias impredecibles. Pero tampoco se puede dar el lujo de brindar una imagen de debilidad que puede afectar su capacidad de negociación y de gobernabilidad inmediatas.
Actualmente, la zona del microcentro asunceno, en las plazas frente al Poder Legislativo, dan la imagen de que muchos problemas se han concentrado en el espacio de unas pocas cuadras. Están ahí las precarias casas de los damnificados, están los campesinos y cooperativistas, están las carpas de alumnos de la zona del bañado en el patio del Congreso.
Son fotografías muy distantes del “nuevo rumbo” que el Jefe de Gobierno anunciaba durante la campaña proselitista y en los primeros días de sus intentos de gestión.
mcaceres@abc.com.py