En la telenovela incoherente de las imputaciones e imposiciones de medidas la Fiscalía –con Javier Díaz Verón a la cabeza– y el juzgado –con jueces complacientes con el cartismo– vendrían a ser las Soraya Montenegro del cuento que con alevosía, premeditación y maldad inconmensurable se desquitan de los “malditos marginales protestantes” –con la imposición de medidas exageradas y ridículas–, cuyo pecado ha sido pintarrajear tres camionetas y alguna muralla.
Para ser justos, la actuación de Cubas & Cía. puede ser reprochable. Sin embargo, llama la atención cómo el Ministerio Público, la Policía Nacional y la Justicia tienen ataque de eficiencia y actúan con tanta celeridad cuando se trata de reprimir a gente que se manifiesta de una manera exótica y no se alinea a los mandados del oficialismo.
Aplaudiría la actuación de la justicia paraguaya si le diera el mismo tratamiento a ladrones de medio pelo y a los de guantes blancos, como esos que tenemos en algunas instituciones del Estado. En el MOPC, por ejemplo, que cada día se pavonea con sus obras mal hechas y sobrefacturadas dando explicaciones imbéciles a su derroche de ineficiencia; o en su defecto, fraguando licitaciones amañanda$ (caso ampliación de ruta, aeropuerto, Pilcomayo, etc.) con tal de recaudar cuanto se pueda, cómo se pueda y cuanto dure este gobierno.
Aplaudiría a la Fiscalía si actuara con la misma rigurosidad con los violadores de niñas y niños, a los delincuentes que roban y matan a mansalva todos los días, que son identificados por sus víctimas y que luego son liberados porque “las cárceles están abarrotadas o les imponen medidas alternativas a la prisión o porque el ca$o no amerita la reclu$ión”.
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Este rigor excesivo con Payo y sus compañeros de lucha nos remonta a la aplicación de la famosa Ley 209 con la que Stroessner y sus gorilas cometían abusos y hacían desaparecer personas. Hoy, el gobierno de Horacio Cartes y su sistema perverso de acallar a quienes osan protestar y hacer uso de su derecho de conocer los manejos de un municipio de dudosa eficiencia financiera, ataca, golpea y los manda a las mazmorras a ver si aprenden la lección del silencio.
A 28 años de la caída del gobierno de Stroessner, Paraguay padece de una alicaída democracia que cada vez está más cerca del totalitarismo disfrazado de democracia. Este nuevo modelo de democracia permite que los narcos lleguen al poder, se consoliden en él y busquen perpetuarse para seguir cometiendo abusos y llenando sus bolsillos, sometiendo a la pobreza intelectual y económica a un pueblo que viendo cómo apalean a sus quijotes prefiere callarse porque aparentemente es mas cómodo tener algo que llevar a la boca, antes que construir un modelo en el que los derechos de todos sean respetados. En ese contexto no es descabellado decir que en pleno 2017, el trofeo de Cartes es tener presos políticos.
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