Primera plana

SALAMANCA. Somos únicos. Sin proponérnoslo, quizá sin saberlo y con toda seguridad sin quererlo, hoy nuestro país se encuentra en toda la prensa española. Por el tono de la noticia y la repercusión que el tema tiene, no es aventurado decir que también figuraremos en la prensa de toda Europa. En el momento de escribir esta columna (el viernes a la noche) el diario “El País” trae en su segunda página de “Internacionales” (la primera está dedicada a la nominación de Donald Trump), la noticia “Brasil detiene a 20 sospechosos de planear un ataque durante los Juegos” y como subtítulo: “Los implicados habían jurado lealtad al Estado Islámico en una página web”, cabecera de página.

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La información, enviada por la corresponsal del periódico en Río de Janeiro, María Martín, da cuenta del arresto de diez personas sospechosas de preparar un atentado terrorista durante los Juegos Olímpicos que comenzarán el 5 de agosto en esa ciudad. En el segundo párrafo se dice que “Los detenidos, entre ellos un menor, no tenían contacto directo con yihadistas, pero habían jurado lealtad al Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) en una página web y uno de ellos había contactado con una empresa del país vecino, Paraguay, para comprar un fusil AK-47...”.

Si no me equivoco, este fusil es un arma de guerra. ¿Desde cuándo Paraguay vende armas de guerra a cualquier interesado? ¿Sabe alguien cuál es la empresa, o la persona, o la institución que se dedica en nuestro país a este tipo de negocio? Y por último ¿es legal? ¿está permitido por la ley? ¿existe alguna reglamentación, algún control por parte del Gobierno sobre este tipo de comercio? Porque una cosa es vender una escopeta para cacería deportiva y otra, muy distinta, es vender armas de guerra. Creo, aunque no estoy muy seguro de ello, que en los Estados Unidos está permitida la venta de fusiles de asalto llenando nada más que unas pocas formalidades. Lo cierto es que la preferencia por las armas de fuego en poder de los civiles ha causado varias desgracias, algunas tan terribles como tiroteos en colegios con decenas de niños y adolescentes muertos. Todos los intentos por limitar la venta libre de ese tipo de armas, el último hecho por Barack Obama, han fracasado estruendosamente, estrellados contra el muro de la derecha conservadora más cerril.

Desde hace varios años insisto en el tema del terrorismo desplegado por el islamismo fundamentalista encarnado en los primeros años por el grupo Al Qaeda, que terminó convirtiéndose en el Estado Islámico actual, con ramificaciones no solo en Oriente Próximo (Siria, Líbano, Irán, Irak), sino también en varias regiones de África con resultados escalofriantes como la costumbre de decapitar a sus enemigos y exhibir las cabezas en la plaza pública. Esto, sin contar los atentados terroristas que sacuden Europa desde hace varios años. El más reciente, el de un marroquí, quien, al volante de un camión de gran porte, se lanzó contra la multitud reunida en una playa de Niza para ver los fuegos artificiales del 14 de julio. Resultado: más de 80 muertos y un centenar de heridos, la mitad de ellos en terapia intensiva y con diagnóstico reservado.

Quizá por esa modorra de la siesta tropical, siempre nos ha parecido que el problema del Estado Islámico estaba demasiado lejos. Pero en este momento, en que podemos comunicarnos de manera instantánea en cualquier momento del día con un punto que está a unos 13.000 kilómetros en línea recta, nada está lejos, todo queda a la vuelta de la esquina. Y como se está viendo, ahora ya los tenemos metidos en nuestra propia casa: la yihad comprando armas de guerra en Paraguay, en lo que debe ser, sin lugar a dudas, el mercado negro. Y debido también a esa misma modorra y esa misma siesta tropical, nadie se preocupará, “aquello está muy lejos”, “eso no puede suceder en nuestro país”, “es cuestión de unos pocos locos”, y nos daremos vuelta en la hamaca evitando que el sol que pasa entre las hojas de los árboles nos dé en la cara.

La noticia habla no solo de las diez detenciones, sino también de dos órdenes de prisión que no pudieron ejecutarse y 19 órdenes de búsqueda en nueve estados del país. Adivinen cuál es uno de ellos: el estado de Paraná y de manera especial la región de Tres Fronteras. Sigamos pensando que todo esto nos queda muy lejos, que nunca podrá suceder en nuestro país; y si sucede, ya vendrá Ñandejára Guasu a solucionarnos todo con un oportuno milagro. Como ha sido siempre.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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