El 17 de abril publicábamos un comentario, con mi firma, bajo el título “Desarrollo soñado”, en el que justamente me refería a ese gran proyecto, cuya realización, sin lugar a dudas, será beneficioso para el movimiento económico de la zona. Como adelantándome al resultado de aquella promesa de Leite, en esa oportunidad remataba mi opinión con la siguiente frase: “Ojalá este no sea como otros tantos proyectos que hasta ahora no se han concretado en Concepción, un departamento que necesita con urgencia oportunidades laborales para su gente”.
No hay que ser Nostradamus para vaticinar que esa “prioridad del gobierno de Cartes” no se iba a concretar en el lapso mencionado. Dentro del proceso para recibir la producción granelera de esa parte del Brasil se debía poner en condiciones la terminal portuaria ubicada a orillas del río Paraguay a unos 6 kilómetros del centro urbano de Concepción. La licitación realizada para el efecto fue declarada desierta luego de que tres empresas se hayan presentado.
Se realizó otro llamado a licitación para el usufructo del “puerto nuevo” (como se lo conoce) de la Administración Nacional de Navegación y Puertos (ANNP) y se espera el resultado.
Mientras se esperan que se concreten las obras prioritarias, el puerto está siendo rapiñado. Incluso, fue hurtada una placa de bronce que testimoniaba la fecha de la inauguración. Una gran cantidad de malezas da la “bienvenida” a ese lugar donde hasta hace poco se generaban fuentes de trabajo a la población, que anhelan sea reactivado.
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Ojalá no sea cierta la razonable sospecha de muchos concepciones de que la única prioridad en ambos proyectos es beneficiar al entorno gubernamental.
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