Para darle más firmeza a sus palabras y, sobre todo, a su negativa de dejar todo el poder que reúne en sus manos un ministro del Interior, agregó que si renunciaba, se producirían cambios en la estructura y que en este momento hay que centrar toda la atención en el caso del joven menonita Franz Wiebe, de 17 años, que acaba de ser secuestrado por el EPP en la colonia Río Verde, en el departamento de San Pedro.
Desde hace un tiempo tanto De Vargas como el propio presidente de la República, Horacio Cartes, quieren convencer a la ciudadanía que la inseguridad en que todos (o casi todos, para excluir a los privilegiados) los ciudadanos se sienten sobrepasados, es nada más que un problema de “sensación”, como si todos nos estuviéramos inventando la violencia que se vive en la calle cada día, cada hora, lo mismo que sea a plena luz del sol, o aprovechando la oscuridad de la noche.
En este momento hay tres personas secuestradas por el grupo criminal EPP: el policía Edelio Morínigo que lleva 756 días (en el momento que escribo estas líneas) en cautiverio, Abraham Fehr: 351 días y el ya mencionado Wiebe. Se le debe sumar a esta vergonzosa lista de violencia y de ineficiencia de las autoridades a Arlan Fick, que estuvo en manos de sus captores ocho meses y medio. Lo llevaron cuando tenía 16 años y regresó a los 17.
Nunca estuve en una Escuela de Guerra, nunca asistí a ninguna clase de estrategia de combate, pero me cuesta creer que unas fuerzas que aglutinan a miembros de la Policía Nacional, del Ejército y de la Policía Antidrogas, sea incapaz de dar con el paradero de veinte o treinta “combatientes”, porque no son más los integrantes del EPP, en un territorio que no es extenso, que no tiene montañas, que no tiene selvas impenetrables y que si bien la densidad de población es muy baja, se encuentra relativamente poblado.
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De acuerdo a una investigación hecha por nuestro diario, la Policía Nacional tiene 21.186 agentes, pero solamente 8.202 están al servicio de la ciudadanía distribuidos en las diferentes comisarías del país. El resto, vale decir, 12.984 están destinados a trabajar como escoltas de políticos y guardias de edificios públicos. Para entenderlo mejor: el 39% trabaja para velar por la seguridad de los ciudadanos y el 61% trabaja para velar por la seguridad de la clase política. Según la misma investigación, hay parlamentarios que tienen a su servicio hasta diez policías. ¿Quién paga toda esa gigantesca estructura para proteger nada más que a la clase gobernante? Pues nosotros; nosotros a través de nuestros impuestos.
El realmente valiente de esta trágica historia, no es el ministro del Interior negándose a renunciar a su puesto porque lo considera un acto de cobardía; el valiente es el pueblo menonita que vive trabajando de sol a sol, en condiciones dificilísimas, expuestos a sufrir la violencia de un grupo criminal armado hasta los dientes, mientras ellos no pueden tener armas de fuego porque sus creencias religiosas no se lo permiten. Aún más, ni siquiera secuestran a hombres que por su edad y su porte podrían hacerles frente. Se ensañan con adolescentes y piden rescates imposibles de pagar. El padre de Franz Wiebe dijo “Ni aunque venda todo voy a poder pagar el rescate“, que es de 700.000 dólares.
Un hombre destacado dijo que en los momentos cruciales lo que importa no es el coraje sino el estilo. Lastimosamente en estos momentos cruciales, en nuestro país no se da ninguna de las dos cosas. Y el ministro del Interior, para justificar su atornillamiento a la silla, podía haber demostrado por lo menos, tener estilo, en lugar de su pavoneado coraje.
jesus.ruiznestosa@gmail.com