Qué conviene a Abdo y qué a la ciudadanía

Si no hay quorum en la sesión que se convoque para analizar la renuncia de Horacio Cartes a la presidencia, no podrá jurar como senador el 30 de junio, deberá terminar su mandato el 15 de agosto y es difícil que después pueda incorporarse al Senado. Le quedaría ser senador vitalicio, como establece la Constitución.

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El senador Juan Carlos Galaverna, entre otros de Añetete, niegan la existencia de un compromiso de la bancada colorada abdista para que Cartes pueda renunciar y luego jurar como senador.

Para la próxima semana se anuncia una reunión de la bancada que responde a Abdo Benítez con el líder del movimiento. En ese encuentro, deberán evaluar beneficios y perjuicios de que Cartes se incorpore al Senado como legislador.

Senadores de Añetete, como Enrique Bacchetta, analizan el tema desde el punto de vista de la gobernabilidad , advirtiendo que si hay una ruptura con la bancada cartista, el presidente electo quedaría en una peligrosa minoría, obligado a pactar con la oposición para llevar adelante su gestión.

La idea que lanzan es que no se puede confiar en la oposición. Pero ¿pueden confiar en Cartes? La unidad Abdo-Cartes puede ser beneficiosa para dar la imagen de un Partido Colorado unido, pero también puede obrar el milagro que se abroquelen los sectores de la oposición.

Mientras el presidente tuvo poder hizo lo posible para aplastar y humillar a la dirigencia política colorada que no se le sometía. A eso se debe la animadversión que generó y que perdura entre algunos senadores, tanto o más fuerte que el hecho de que su candidatura fue inconstitucional.

Por más que quieran buscarle la vuelta, desde mañana, cuando se proclame a los candidatos que ganaron una banca en el próximo periodo, el Mandatario será a su vez presidente y senador electo, algo que no prevé la Constitución.

Algunos que se prestarán a la renuncia y posterior juramento de Cartes fueron en algún momento vapuleados por él con ofensas y gestos que van más allá de la disputa política y entran en el campo personal. Ellos están dispuestos a hacer la vista gorda, pretextando intereses superiores que más se asemejan a una falta de dignidad.

La “apertura” que demuestra ahora Cartes es producto de la derrota electoral y a la soledad en la que va quedando. Sin contar los escándalos que lo acechan en los últimos días, de los que el caso Messer, su “hermano del alma”, acusado de lavado de dinero a nivel internacional, es el más grave. Se suma a los periódicos casos de contrabando de cigarrillos y otros “negocios” que lo benefician a él o a sus amigos.

El Presidente optó últimamente por medidas efectistas e insólitas, como el traslado a Jerusalén de la Embajada paraguaya en Israel. Una decisión de este tipo, que conlleva implícita una política de Estado, a días de dejar el poder y sin consultar al presidente que asumirá en dos meses, no parece sensata. El hecho de que lo haya decidido inmediatamente de que el gobierno de los Estados Unidos tomasen ese camino no puede si no verse como un patético intento de congraciarse con la principal potencia militar del mundo, como si estuviésemos aún en plena guerra fría.

Estas y otras cuestiones deben estar haciendo pensar a Abdo Benítez en qué lo beneficia a mediano y largo plazo el acercamiento a Cartes, sobre cuyo desprestigio personal construyó su triunfo electoral.

Es posible que Cartes también evalúe si le conviene la exposición pública en el Congreso, ámbito en el que no gozará del beneficio de negarse a hablar o a no dar explicaciones de sus actos y sus conexiones, como se da el lujo de hacer ahora.

Lo que no conviene a nadie, al menos de la ciudadanía, es que todo se centre en una disputa por cargos dejando en segundo plano las cuestiones importantes que deben discutirse en el Congreso.

mcaceres@abc.com.py

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