¿Qué nos enseña PISA?

La evaluación del aprendizaje es un medio para conocer el nivel de logro de las metas y objetivos propuestos por un sistema educativo. Las evaluaciones nacionales, como el SNEPE (Sistema Nacional de Evaluación del Proceso Educativo) o las internacionales como TERCE (Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo) y PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes de la OCDE) se han aplicado en nuestro país ofreciendo valiosa información académica para establecer políticas educativas y acciones a corto, mediano y largo plazo. Es amplia la literatura que opina negativamente sobre las evaluaciones estandarizadas.

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A favor o en contra, el caso es que representan en cierta manera objetivable la realidad educativa de los estudiantes. Los resultados deberían servir para el rediseño de la agenda educativa, análisis de investigaciones de orden filosófico, sociológico, sicológico y de aprendizaje. La reflexión que hagamos servirá para construir la reforma o, mejor aún, la transformación que urgentemente necesita nuestro sistema educativo.

En el año 2017, Paraguay participó con otros ocho países del programa de evaluación internacional denominada PISA D, que mide el rendimiento de competencias cognitivas esperadas para un estudiante de 15 a 16 años, que estuviera cursando como mínimo el 7º. Grado. La denominación D indica “en desarrollo” y fue diseñada por la OECD con países que deseaban entrar al programa Pisa como Paraguay, Ecuador, Guatemala, Honduras, Bután, Camboya, Senegal y Zambia. La evaluación incluía las áreas de Matemática, Lectura y Ciencias.

La muestra para Paraguay estaba compuesta de 4.510 estudiantes, 2.300 docentes y directivos que representaban a 205 instituciones públicas, subvencionadas y privadas, seleccionadas de acuerdo a estrictos parámetros técnicos. El análisis de los resultados incluye 6 niveles de rendimiento donde 1 y 2 son de pensamiento concreto y menor capacidad de pensamiento abstracto y crítico. En el caso de PISA D, dos tercios de los planteamientos educacionales o preguntas fueron del nivel 2 y un tercio incluía todos los niveles. Esto contribuyó a que puede compararse PISA D con PISA principal.

Los resultados para el Paraguay fueron lamentables. En lectura, el 68% de los estudiantes no llegó al nivel 2; lo que significa, que solamente están capacitados cognitivamente para comprender hechos simples como se ilustra en el ejemplo: marca con un SÍ o NO, si la frase tiene sentido… “1. los aviones están hechos de perros”, o el 2. “el coche rojo tiene una rueda pinchada”. Este nivel de competencia lectora es una realidad dura y difícil de aceptar considerando que Paraguay invierte en educación escolar mucho más que otros países y que estos obtienen mejores resultados. Es sin duda una voz de alerta: debemos reconsiderar la inversión errada y desproporcionada que se está realizando. En matemáticas, solo el 8% obtuvo resultados del nivel 2, la mayoría (92%), por debajo de ese nivel. Sabemos que cuanto mayor sea la comprensión lectora, mejores serán los rendimientos en matemática y ciencias. Por tanto, esta observación se reafirma al leer el bajo puntaje obtenido en el área de matemáticas.

PISA ofrece información relevante para diseñar un plan reformista que deberíamos seguir para avanzar hacia el camino correcto. Sus datos confirman las mínimas aptitudes matemáticas que tienen nuestros estudiantes y de qué competencias carecen. A partir de esta información, la carrera del profesor o docente en el área de matemáticas no solo deberá ser rediseñada y ampliada en el conocimiento disciplinar, sino también deberá cambiar su concepción de lo que es saber matemáticas. Se espera que el docente de matemáticas pueda transmitir a sus estudiantes la capacidad de razonamiento lógico matemático, desarrollar las competencias de elegir el procedimiento y las herramientas para explicar y comprender los fenómenos científicos.

PISA define la competencia matemáticas “como la capacidad de un individuo para formular, emplear e interpretar las matemáticas”. Poseer simples habilidades aritméticas no es suficiente; más bien debemos desarrollar un pensamiento que permita transferir este conocimiento matemático superior y convertirlo en matemáticas aplicadas que permitan la resolución de problemas concretos, como los que se plantean en los exámenes PISA.

La situación en Ciencias no es mejor: el 76% de los estudiantes por debajo del nivel 2 de competencias. Lo que nos lleva a sugerir que una masa crítica de matemáticos, innovadores, creadores, investigadores científicos tardaría en surgir. Tendrán mejor suerte aquellos que tuvieron la oportunidad de tener algún mentor fuera de la escuela, porque parecería que la educación formal no los llevará muy lejos si no transformamos nuestra cultura y educación escolar científica.

No es fácil encontrar explicaciones completas sobre las causas de esta tragedia educativa. Se arguyen factores relacionados con la escasa carga horaria, la formación docente inadecuada o la insuficiente financiación. Sin embargo, en el Paraguay, la cantidad de horas en el aula no produce una mejora en los resultados de la evaluación. Uruguay utiliza menor cantidad de horas, pero sus resultados son mejores.

Por ello no debemos soñar que aumentando las horas vamos a lograr mejor rendimiento. Dependerá de la cultura educativa que emerja en esas horas de asistencia a la escuela. Cuando la instrucción no es adecuada, el tiempo en la escuela no es factor de impacto. Respecto a la formación de los educadores, vemos que la mayoría de nuestros docentes (78%) posee título habilitante de instrucción pedagógica superando a Ecuador (72%), Guatemala (65%) y Honduras (55%). Pero los resultados distan de ser mejores que los obtenidos en estos países.

El análisis puede ser simple pero determinante: egresan de los institutos de formación docente profesionales no preparados y con conocimiento disciplinar precario para cumplir con la demanda educativa actual. Respecto a las finanzas, disponer de recursos no es siempre la solución, pero su uso racional permite mejorar significativamente, en algunos casos, los resultados.

El caso de Vietnam, merece atención, pues solo el 14% de los estudiantes (PISA 2012) se ubicaron en el Nivel 2 en Matemáticas, en comparación con el 75% en Perú (PISA 2012), siendo la inversión educativa similar y los estudiantes del mismo nivel socio económico. Sería recomendable evaluar el uso racional y efectivo de los recursos de países como Vietnam, que demuestran que más que la escala de la economía, lo importante es cómo se distribuyen y priorizan los recursos para lograr resultados de alto impacto. Pero también es cierto que Vietnam debe todavía trabajar en la universalización de la educación pública.

La cartera ministerial tiene una penosa y ardua labor: deberá comenzar a definir planes y ejecutarlos a corto, mediano y largo plazo. Pero solo un hecho es absolutamente cierto: la mejora no será evidente a corto plazo. Toda transformación educativa tendrá un costo político, desacuerdos entre las partes, desventajas para muchos y ventajas para algunos en sus inicios. No debemos engañarnos ni tampoco confundir a la ciudadanía. No difundamos el mensaje equivocado de que los logros se visualizarán a corto plazo. Deberá tener la ciudadanía la paciencia y el coraje de aguardar: la transformación educativa, siempre y cuando se haya trazado y ejecutado de manera correcta y racional, rendirá sus frutos a muy largo plazo.

(*) Máster en Educación

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