Todas ellas parecen ser verdades indiscutibles que no aceptan razones en contra. Lo que sí aparenta una situación indiscutible es que un eventual triunfo de la oposición en abril de 2018 con cualquiera de las fórmulas que estarán en disputa en la interna liberal es totalmente dependiente del resultado de las internas coloradas y sobre todo de sus episodios. Más concretamente: depende de que la ANR se divida o registre baja participación como desenlace de un resultado discutible de su interna.
Los más grandes intereses económicos giran en torno a las candidaturas coloradas y dentro de este partido, del movimiento Honor Colorado, mientras que fuera del mismo se nota un esfuerzo por ocultar los intereses menores bajo la bandera del partido. Colorado Añetete de Marito y el Progresismo Colorado de Duarte Frutos diseñaron una estrategia que presenta sus campañas como una lucha reivindicativa de los principios e ideales republicanos frente a la campaña cartista planteada como de interés empresarial netamente.
En la oposición los intereses creados constituyen una miseria frente a los que se disputan en el partido de gobierno, pero existen grupos que, si bien no cuentan con casi nada, están dispuestos a defender los de otros.
La alianza con la izquierda, más “saldos y retazos”, es una incógnita. No tanto sobre cómo lo harán sino sobre la forma en que piensan viabilizar las recetas sobre participación, igualdad, equidad, solidaridad, justicia social y otros rubros similares, que tal vez motive inquietud y preocupación en el sector económico.
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Si gana Mario Abdo Benítez: habrá un desbande de la logística económico-financiera que opera en torno al cartismo, tratando de acomodarse con los ganadores, especialmente de quienes tienen contratos en curso con el Estado. Al mismo tiempo, los apostadores equivocados rectificarán rápidamente el rumbo para tratar de llegar bien ubicados a abril de 2018.
Como todo movimiento verticalista, HC tratará de cerrar todas las compuertas para evitar fugas por la eventual derrota, pero serán muchos los que preferirán cruzar el desierto para llegar a la tierra prometida y disfrutar de las mieles del poder.
Si gana Santiago Peña: habrá un envalentonamiento en la administración pública de los funcionario-operadores y una caza de brujas contra los chiitas de Añetete que persistan en agitar las banderas de dicho movimiento y resistan plegarse al cartismo.
Si el triunfo de Santi es incuestionable, el empresariado contribuyente se alineará de inmediato y pasará a reforzar la autonomía financiera del movimiento, pero si se produjera una crisis a raíz del resultado electoral, el sector económico actuará con cautela y muchos de sus actores apostarán a doble ficha: una por la continuidad y otra por la oposición, ya que la oportunidad que tiene esta es que el candidato oficialista facilita la argumentación de la campaña en contra del gobierno y de la propuesta de continuismo.
Pero la gran pregunta es en realidad si en las elecciones de mañana o como consecuencia de las mismas se generará o no un caos. La primera respuesta es que a partir de lo que suceda en la oposición no existe posibilidad alguna de crisis general, y en lo que respecta a la ANR, no será la primera vez que en las internas coloradas se produzca fraude –que es el peor escenario posible– que no tenga secuelas institucionales. De todas esas situaciones, incluida la caída del partido, se ha salido por las vías institucionales y republicanas, todas ellas imperfectas, pero que no fueron capaces de matar la democracia, también imperfecta.
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