Quién representa al pueblo

Podría decirse que nadie o, quizás, algunos, muy pocos. Los legalmente reconocidos como los representantes del pueblo, en mayoría, no tienen conciencia de lo que esa responsabilidad significa. Usted, lector, como ciudadano, ¿se siente representado por algunos de los más conocidos diputados y senadores de la nación? Probablemente, no.

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En las democracias, se supone que el poder reside en el pueblo, que delega sus atribuciones a un reducido número de personas que actúan en nombre de toda la comunidad. Por eso, en muchos países, el Congreso también es conocido como la Cámara de Representantes: cada parlamentario trae la voz y defiende los intereses de los habitantes de una determinada región.

Como estamos en vísperas de elecciones generales, resulta sumamente difícil identificar a los candidatos a diputados y a senadores que representan genuinamente a sus respectivas comunidades.

No es necesario citar nombres, pues los primeros lugares en las diferentes listas de los partidos políticos son muy conocidos. Casi todos los principales candidatos a ser legisladores enfrentan serias acusaciones por casos de corrupción, abuso de poder, malversación de fondos públicos, tráfico de influencias, nepotismos, etc.

Es una auténtica ironía pues estos presuntos violadores de la ley, denunciados e investigadores por la justicia, ahora serán electos “representantes del pueblo” y con tan alta investidura estarán fuera del alcance de fiscales y jueces, especialmente después de haberse aprobado el “autoblindaje” o “autobandidaje”, actualmente en proceso de revisión por los mismos a quienes beneficia.

El principal protagonista del escándalo de los audios en el Consejo de la Magistratura, el sinvergüenza que disfrutó de la “Niñera de oro” y del “Mecánico de oro”, los que votaron a favor de violar la Constitución Nacional para permitir la reelección presidencial vía enmienda, el que hizo desaparecer préstamos internacionales para pequeños agricultores, aquellos que desviaron los recursos para la educación pública hacia sus bolsillos particulares, etc., todos ellos estarán desde el 1 de julio en el intocable Congreso Nacional, hablando y actuando en nombre del pueblo paraguayo.

No les falta razón a quienes resaltan la desvalorización y la manipulación del concepto de democracia como forma de gobierno. La corrupción ha resquebrajado y vaciado de contenido a las instituciones republicanas que deberían garantizar la existencia de un estado de derecho. La ambición de acumular fortunas en poco tiempo ha ido carcomiendo los pilares de la convivencia en democracia. Estas autoridades corruptas mantienen al pueblo en los niveles habituales de pobreza e ignorancia, pues cuanto menos conozcan los ciudadanos sus derechos básicos y los principios cívicos, tanto mejor para los dueños del poder.

Ahora nos convocan a ejercer nuestro derecho cívico. El problema es cómo hacemos para elegir al candidato correcto. ¿Marcamos la cruz con los ojos cerrados, jugamos al ta te ti o a piedra, papel y tijera, o hacemos avioncitos con las papeletas? Cualquier opción da lo mismo, el resultado no interesa.

ilde@abc.com.py

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