Los vicios que desorientan a los jóvenes son precisamente el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución, el aborto y la delincuencia en sus distintas formas. Las inquietudes juveniles fueron exteriorizadas al inicio del trienio (tres años) dedicado a la juventud por la Iglesia Católica en Paraguay con el lema “Abrazados a Cristo Jesús”.
Según los jóvenes, la sociedad segada por el odio, el egoísmo, la explotación y la envidia ofrece alcohol, droga, aborto, prostitución, violencia y maldad que conducen a la perdición y la delincuencia a los jóvenes. Recordaron el mensaje del papa Francisco: que los “jóvenes son el presente y el futuro de la humanidad”. Basado en la exhortación del santo padre reclamaron a las autoridades y a los adultos brindar el espacio ideal y las oportunidades para el crecimiento y desarrollo integral de la persona humana.
El mayor problema de los jóvenes está en los adultos, en los padres de familia, en la clase política. Politiqueros desvergonzados, que ahora asoman de nuevo sus narices en la época electoral, aplican el utilitarismo (corriente filosófica que utiliza y desecha a las personas) con fines personales o de grupos para ganar espacios en el poder económico, político y social.
El mal está en la sociedad de adultos que corrompen a través de los vicios, drogas y alcohol, prostitución, tecnología, el ambiente libertino y descontrolado. Ante esta cruda realidad, muchos padres de familia perdieron sus roles para educar, proteger, acompañar y formar a sus hijos con base en los valores de respeto, amor filial, honestidad, responsabilidad y comprensión. Si los jóvenes están perdidos ¿qué futuro nos espera como país?
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