En estos días, el Ministerio de Educación estuvo en el ojo de la tormenta, cuando estudiantes tomaron varios colegios en reclamo de la renuncia de la ministra Marta Lafuente. Los cuestionamientos básicamente referían a hechos administrativos, justo el área donde la ministra saliente tuvo importantes logros. Trató de arreglar la casa, y lo consiguió de alguna manera, por lo que allí no hay mucho que reclamar. De lo que sí Lafuente es responsable, al igual que sus antecesores, es del paupérrimo programa educativo; y es esto lo que se debe tratar de cambiar.
Se debe pensar de una buena vez en rediseñar la educación. La reforma educativa buscó abarcar mucho, y mediocrizó todo. Se debe terminar con muchas medidas erradas como aquello de que no importa si el alumno aprendió o no, debe pasar de grado; o camuflar los aplazos porque importan más las estadísticas. Los chicos de hoy no saben leer ni escribir. Los docentes de hoy son la consecuencia de una enseñanza errada. La mayoría es producto de la reforma. Son mediocres no porque quieren, sino porque el sistema así los hizo.
Una iniciativa podría ser una convocatoria a “convención nacional por la educación”, a los mejores docentes que tuvo y tiene el Paraguay. En el país hay muchos verdaderos maestros, tanto en el sector público como en el privado, que hicieron de la enseñanza un apostolado, y que aún en la jubilación tienen mucho que aportar. Muchos de ellos toda su vida fueron críticos de las modificaciones realizadas a los programas de enseñanza; se podría convocar también a los mejores psicólogos, historiadores, economistas y otros profesionales. Ellos sabrán decir qué se debe enseñar para tener una sociedad pensante y desarrollada.
En una Constituyente se elige a los mejores para redactar la Constitución; en este caso sería para elaborar la carta magna de la enseñanza. Vemos a diario el resultado de los Montero Tirado, Lafuente y otros. Una debacle educativa que ubicó al Paraguay a la cabeza de una lista de países con peor educación en el mundo.
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Desde el gobierno se podría apoyar con “buceadores” de programas implementados en países del primer mundo que se podrían emular; y todos juntos, gobierno, políticos y sociedad, elaborar un plan que ubique al Paraguay en el alto sitial que se merece.
Paraguay en estos momentos es mencionado como un país de oportunidades, ideal para invertir; un país con la mejor producción de soja, carne y sésamo, entre otros rubros. ¿Por qué no con el mejor sistema educativo, al menos de América del Sur? Si decidimos dar este paso, habremos de estar realmente en el camino del desarrollo.
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