Salud… bien gracias

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“Salud agoniza”, ese fue el título de la serie de 24 entregas que culminó ayer y en la que se evidenciaba lo que a veces, a fuerza de ser una constante, lo normalizamos: la calamitosa situación de la salud pública en el Paraguay.

Algunas cifras que saltaron durante la serie nos muestran que para las Unidades de Salud Familiar del Ministerio de Salud se habían asignado para el año 2018 G. 190.354.671.938, para el pago de profesionales y servidores, para bienes de consumo, insumos y para inversión física.

También supimos que más de 700 funcionarios de las USF de Capital cobran solo la mitad de su salario, desde hace cuatro meses, debido a un proceso de desprecarización (pasaron de contratados a nombrados) fallido de la administración anterior y que aún no se soluciona.

Ni hablar de la calidad de atención que reciben los miles de paraguayos que acuden a los centros asistenciales a buscar alivio a sus desahucios sanitarios.

Como todo nuevo periodo gubernamental, es costumbre escuchar que esas calamidades son consecuencia y legado de malos manejos de gobiernos anteriores (y con toda razón) y que con esta administración “todo va a mejorar”.

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Este Gobierno es muy nuevo todavía para aseverar que en esa materia está haciendo bien –o mal– las cosas.

Lo que sí es cierto es que en los periodos de transición ocurren dos fenómenos en los que “cada bando” lleva agua a su molino. Están quienes arraigados en el cargo, al que llegaron por favores políticos, no hacen más que socavar y boicotear las nuevas iniciativas.

Están quienes, enojados porque fueron removidos de sus sillas, se dedican a adoctrinar a sus leales para mostrar todas las ineficiencias de alguna dirección o departamento, siendo que cuando ellos estuvieron en el cargo nada hicieron para que la situación cambie.

Hay muchas cosas por hacer, pero sincerarse y exponer al público la verdad de la situación es un pequeño paso hacia los cambios estructurales que tanto venimos anhelando desde hace décadas.

Siguiendo la línea de la aplicación de la Ley 5282/14 de Acceso a la Información Pública, hay una disposición del ministro Mazzoleni que pretende reestructurar las direcciones para que estas se acoplen y funcionen como un sistema de red de servicios y, de esta manera, evitar que cada una lo haga de manera disociada. Eso es algo concreto, objetivo y apolítico; pero mientras las viejas tradiciones de manejar la salud pública como una seccional –o como moneda de cambio político– no sean desterradas y mientras las “viudas del poder” sigan boicoteando a “los nuevos”, este país estará condenado de por vida a la precariedad y el abandono.

mescurra@abc.com.py