Esta “anarquía” era impensable en la dictadura que reprimía con extraña dureza cualquier intento de protesta. Creía, porque le convenía creer para su permanencia en el poder, que la paz era la salvación del país. Pero confundía la paz con la ausencia total de cuestionamientos. No permitía que se expresase nada que, supuestamente, pusiera en peligro la “tranquilidad” y el “orden”. A la corrupción le llamaba “el precio de la paz”.
Frente a la actual protesta estudiantil, aparece la sombra de Édgar L. Ynsfran, jefe de policía de Stroesser y luego su ministro del Interior.
Del 10 al 13 de abril de 1956 hubo una huelga estudiantil. A menos de dos años del gobierno de Stroessner, los jóvenes universitarios advirtieron que los actos políticos iban directo hacia una dictadura. Salieron a la calle a pedir un régimen democrático. La respuesta fue la intervención de la Universidad Nacional en base al informe que Ynsfrán le dio a Stroessner, con copia a la embajada norteamericana y uno especial a la Junta de Gobierno, con fecha del 18 de abril de 1956. Algunos párrafos expresaban:
En nuestra opinión, el Gobierno de la República enfrenta una vasta conjura de las fuerzas coaligadas de los tradicionales enemigos de nuestro partido: liberales, febreristas y comunistas.
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Respecto de los hechos posteriores a los de los sucesos de la pasada semana, me permito reseñar los siguientes:
–Huelga de médicos y empleados del Hospital de Clínicas, institución que ha sido transformada en foco de subversión, so capa de protestar contra la intervención en la Universidad.
–Huelga estudiantil universitaria de protesta contra los desagradables sucesos en la Facultad de Medicina.
–Huelga parcial de estudiantes secundarios activamente instigados por jóvenes universitarios, numerosos padres de familia de filiación opositora y algunos directores y profesores de establecimientos educacionales privados.
–Buceos y contactos afanosos en el campo obrero, a fin de extender la agitación al proletariado nacional.
–Intentos de reuniones tumultuosas e imprevistas, con instigación de agitadores individualizados.
–La dura y fatigosa labor policial que multiplica sus esfuerzos ante los reiterados conatos que tienen toda clase de forma y expresión, y revelan un estado generalizado de agitación. (Hasta aquí la transcripción).
Lo dijo bien el Dr. Ynsfrán. La policía tuvo una “dura y fatigosa labor” en el garroteo a los estudiantes, profesores y padres de familia.
Después vino un largo silencio al que el Gobierno le llamaba paz y tranquilidad. Pero de las cenizas de la actitud estudiantil surgió otra protesta en mayo de 1959. Hacía unos días que el Gobierno había dispuesto el aumento de pasajes en los ómnibus. Ante esta situación, estudiantes de la secundaria y universitarios se reunieron en le Plaza Italia para hacer oír su disconformidad con la medida gubernamental, calificada de inoportuna y abusiva, al solo efecto de contentar a los empresarios del transporte que ponían sus vehículos a disposición de las autoridades para cualquier reunión partidaria.
Esta vez la represión fue mucho más brutal que la anterior vez. Se estrenó con los estudiantes la Policía Montada. Hubo muchos heridos y apresados. Los parlamentarios colorados –no había de otros partidos– que demostraron su simpatía con la protesta estudiantil, fueron apresados, torturados, echados del país.
Y de nuevo el largo silencio disfrazado de paz y tranquilidad. ¿Se vivía mejor?
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