Semana mansa

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La Semana Santa está presente en la agenda de los países del mundo, incluso en los no católicos o ateos, donde se la interpreta como “turística”. Francia, por ejemplo, a pesar de que disminuyen los católicos, es uno de los países que más respetan los feriados santos y conservan con esmero las magníficas catedrales. Por su parte, en España, otro referente católico, a pesar de que la secularización es actualmente una lucha cada vez más dolorosa –confronta los valores más profundos de la sociedad–, las grandes procesiones llenarán las calles.

Nuestro país tiene tradición católica, con millones de bautizados pero contados evangelizados. Los tiempos avanzan tanto como el enemigo de la fe. Para el católico, “el enemigo” es toda negación de Dios y destrucción de la vida.

Nuestra Semana Santa paraguaya es una de las más tradicionales de América del Sur, se vive mediante el ayuno, la comida, antiguamente el silencio sepulcral en Viernes Santo. La gran religiosidad popular predomina, la ciudadanía expresa libremente su fe.

Pero principalmente son días para pensar en nuestra fe cristiana, si estamos preparados para defender lo que creemos. Me decía una anciana: “En esta fecha hay que preguntarse qué es la Iglesia para mí. Porque a la Iglesia no se va solamente a llorar sino a pensar”. Pensar con Dios siempre es acertado y fortalecedor.

Es innegable que la Iglesia católica atraviesa una crisis debido a los mortales pecados cometidos durante siglos por parte de sacerdotes y encubridores, y también por la débil fe de sus feligreses; todo esto está muy bien archivado en los estantes ideológicos, políticos y económicos que gobiernan el mundo.

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Para quien no ve más allá del rito, y, de nuevo, incluyendo a sus representantes, los ataques son cada vez más insalvables, por eso es que teme y se aísla entre quienes comparten –y temen– como él.

Siempre hubo libertad de caminos para el ser humano, las personas pueden alejarse de Dios y/o de la Iglesia católica si no se consideran parte. “Yo lucho hasta la muerte por mi país”, me decía una persona, que a su vez me contaba que había dejado de pertenecer a la Iglesia católica. Me pregunté por qué luchaba por su país y no por su Iglesia.

Las preguntas que hoy día disparan sobre los católicos remueven hasta el tuétano. Se exige respuesta sobre crímenes y complicidades. Piden pruebas científicas de que Dios existe. Proponen e instalan en la familia y en la sociedad ideas y valores opuestos al dogma cristiano.

La pregunta es cómo podrá un cristiano básico responder ante los ataques. Por otro lado, cómo lo hacen los cristianos de más formación (si lo hacen).

Que sean estos días santos reposo para la mente y el alma, busquemos momentos de silencio. Defender la fe –buscar información, fuentes– no es un pasatiempo ni una opción, sino una obligación cristiana. Es fundamental que tengamos argumentos cuando alguien cuestiona puntos álgidos, y no hacerlo por saciar su espíritu contencioso ni por demostrar más conocimiento, sino porque corresponde responder, con claridad y mansedumbre, a quien desee saber.

Feliz Pascua de Resurrección para todos.

lperalta@abc.com.py