Semana Santa prohibida

Este artículo tiene 8 años de antigüedad

Según cálculos recientes, bajo el simulado y falso estatus de refugiados, hoy residen en España 1.800.000 musulmanes venidos de todas partes; principalmente de Marruecos. En los últimos 20 años, en Londres se instalaron 423 nuevas mezquitas y se cerraron 500 iglesias cristianas. Se estima que para 2020, el número de islámicos orando los viernes en la City superará el número de cristianos en la misa dominical; 683.000 y 679.000, respectivamente.

En España es donde parecen sentirse mejor. En Cataluña cobran pensiones estatales y suplementos para alquiler de viviendas. En las vascongadas, cobran asistencia social aun estando procesados por delitos. Es que los políticos de izquierda radical, sus protectores, no los ven como cuna de futuros pone-bombas sino de futuros votantes.

Declaran derechos inalienables de los migrantes musulmanes colarse en los prósperos países cristianos, de religión y cultura que manifiestan odiar, a fin de disfrutar de ese placentero modo de vida que según sus reglas es pecaminoso, recibiendo beneficios especiales de gobiernos que consideran enemigos de los suyos y asistencia gratuita de organizaciones sociales integradas por infieles.

Los migrantes islámicos radicados en España y Francia, alegando derechos que nunca conocieron bajo las tiranías teocráticas de las que provienen, dicen que les molestan las expresiones católicas tradicionales como procesiones y celebraciones públicas. Las consideran afrentosas a sus creencias. Vale decir, aun viviendo en casa ajena, tienen el tupé de reclamar contra los hábitos y costumbres de sus anfitriones.

Lo expresa sin ambages el imán británico de origen iraní, Anjem Choudary, quien recientemente anunció que accionará ante la Corte de Estrasburgo para impedir las celebraciones de Semana Santa en España, ya que, opina, es un estado aconfesional donde deberían prohibirse esos rituales; más aún porque ofenden a la confesión del Profeta y sus prosélitos. “El Islam -asegura el imán- en unos años, será la principal religión del continente. Ya es hora de decir bien alto ¡Europa, aquí estamos!”.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Aunque no se quiera creer, el partido hispano Podemos (marxista, bolivariano y pro iraní) ya se había anticipado a Choudary reclamando la supresión de las solemnidades de Semana Santa, así como las demás que se realizan en plazas, calles y explanadas. Pretenden que el Estado expropie las catedrales y otros monumentos vinculados al catolicismo (después irán a por las sinagogas y templos evangélicos).

¿Alguien imagina Andalucía sin las procesiones de Semana Santa? Los extremistas y los invasores moros, sí. No obstante, en el sur de España los inmigrantes musulmanes reclaman para sí la libertad de celebrar sus ritos del Ramadán orando en la vía pública, con clausura de calles y veredas. Por si faltara más, algunos jóvenes militantes de Podemos se enfrentan a la Iglesia católica defecando y orinando en catedrales madrileñas.

El insólito consorcio entre inmigrantes islámicos e izquierdistas radicales está produciendo una situación de intolerancia que puede acabar de la peor manera. Por ejemplo, si sucediere que el gobierno de España cayera en manos de los podemitas, para celebrar una misa en la catedral o un ritual en la sinagoga, los sacerdotes católicos y los rabinos tendrían que solicitar autorización al Ministerio de Culto, cuyo titular bien podría ser un imán marroquí nacido en Lleida o un muftí nacionalizado.

“España ha dejado de ser católica”, anunció Manuel Azaña en 1931, refiriéndose a supresión de la confesionalidad católica del Estado. Pocos años después sería violenta y trágicamente contradicho por la historia. Hoy día, el partido Podemos repite tontamente la proclama fallida, aunque con mayor insolencia, porque a los republicanos de los años 30 no se les ocurrió ir a evacuar sus excrementos a la catedral de La Almudena.

Alá es grande; pero en Europa occidental hay algo más grande: la candidez ante la irrupción islámica. Novecientos años después, la orientación de las Cruzadas se está invirtiendo. ¿Continuarán los izquierdistas radicales siendo los porteros que franquean la entrada a los invasores? ¿Les obsequiarán la cuerda con la que los han de ahorcar a todos? En Occidente ya tenemos suficientes religiones para odiarnos unos a otros -parafraseando a Jonathan Swift-, no necesitamos refuerzos.

glaterza@abc.com.py