Sojeros... y punto

Apenas puede uno imaginarse el daño económico, social y ecológico al que muchos sojeros someten sin misericordia a nuestro país. Una pequeña muestra tenemos –de las muchas y más grandes– en Ytororõ, distrito de Itakyry, Alto Paraná, donde los propietarios de la yerba mate nativa y orgánica sufren la codicia desmedida de los sojeros.

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No es que uno esté en contra de la producción agrícola. Al contrario, ella es en gran medida el sustento del país y debemos cuidarla, alentarla, desearla. Pero si se la practica como lo hacen muchos productores sojeros, es una calamidad nacional. Absolutamente indeseable. ¿Y cómo se la practica?: se arrasan bosques, se acaba con los arroyos, se expulsa a los pequeños propietarios, se envenena a las personas con agroquímicos prohibidos, etc. Y a estos males hay que agregar otro: no pagan impuestos, o casi nada. Si alguna vez el Paraguay tuviese un Gobierno que se enfrente a los sojeros, y les cobran los tributos que correspondan, igual el daño será irreparable.

¿Qué precio tiene sepultar los arroyos? ¿Cuánto cuesta que las familias campesinas vivan en la marginación luego de haber tenido sus parcelas? ¿Se les roba? No. Peor todavía: se especula con sus necesidades ofreciéndoles alguna suma más o menos importante para que dejen su casa y su capuera. O sea, su medio de vida y tirarlas luego a la vera de las rutas, en barrios improvisados de las ciudades, a vender manzanas en las calles y otros hechos muy conocidos.

El caso de Itakyry es bien dramático, como muchos similares que se dan en las vastas zonas sojeras. Por ejemplo, la familia Romero Sánchez es propietaria de unas 40 Ha. de yerba mate orgánica con una cosecha anual. Estas plantaciones están rodeadas por inmensos sojales. Sería lo de menos. El caso es que las fumigaciones tóxicas dañaron la yerba mate y por lo menos por tres años no podrán ser procesadas. Tres años, si a los sojeros se les antoja respetar la ley y la convivencia entre vecinos.

Hace tres meses en Ytororõ falleció una nena de 12 años con todos los síntomas de haber sido intoxicada con las fumigaciones. Ni esta sospecha, ni los signos evidentes del daño a otras plantaciones –como la yerba mate– han detenido la codicia de los sojeros. Al contrario, uno de los propietarios, Wilmar Dosantos, llegó a extender sus plantaciones hasta la mitad del patio de la escuela 3506 “General Patricio Escobar”, que es de una hectárea.

Las calles de acceso a la localidad están casi cerradas por la soja. No hay un espacio por donde las personas y los vehículos puedan transitar con alguna comodidad. Tienen que sortear con dificultades las plantaciones.

Desde hace 30 años los Romero Sánchez son propietarios de la yerba mate nativa. También otros yerbateros –incluso los que tienen plantaciones para consumo familiar– padecen la inconsciencia de los sojeros que encuentran en las autoridades respectivas una llamativa desidia.

El mes pasado se han presentado denuncias a la Senave, Seam, Fiscalía del medio ambiente de Ciudad del Este, y nada. Ningún resultado. Mientras tanto, los propietarios de otros rubros miran con impotencia la pérdida de sus esfuerzos y de sus esperanzas.

Los dueños de los sojales de Ytakyry son brasileños o brasiguayos. Se mueven con entera soltura. Nada les impide hacer lo que quieren con las fumigaciones ni con las plantaciones de los vecinos. Esos productores, como muchos otros, destruyen nuestro país impunemente.

alcibiades@abc.com.py

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