Solidaridad

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Una familia campesina del distrito de San Rafael del Paraná, con una de sus hijas en grave problema salud mental, vive en la más absoluta miseria y estado de abandono, en un paraje conocido con el nombre de “3 de Febrero”, una compañía rural cercana al río Paraná, a unos 20 kilómetros del centro urbano del distrito.

La pobreza extrema que se observa en el lugar contrasta groseramente con los extensos sojales que se aprecian a lo largo del camino de tierra que conduce hasta el pequeño caserío que conforma la comunidad.

El jefe de familia, a quien se ve totalmente superado por la crisis, sostiene que ya no sabe dónde recurrir, y reconoce que no tiene recursos ni siquiera para dar una alimentación adecuada a su hija, una joven de 30 años a quien la tienen literalmente enjaulada para evitar que se escape de la casa y sufra algún daño físico.

En una oportunidad la paciente fue llevada a un médico, y además de recetarle unas pastillas, la recomendación recibida fue que la alimenten adecuadamente, para combatir la debilidad crónica que padece, y que agrava la situación de por sí crítica de la joven.

Por falta de conocimientos, asistencia y posiblemente recursos, el hombre apenas cultiva algunos alimentos básicos en las dos hectáreas que le quedan, pues las otras dos hectáreas las tiene alquiladas a un productor de soja.

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Qué contrasentido más irónico: en una tierra donde cae una semilla y brota una planta, una familia pasa hambre. Qué paradoja que en un país rico, donde nos ufanamos de producir alimentos para 80 millones de personas, y nos enorgullecemos de exportar ganado vacuno en pie por avión a los mercados del mundo, una familia campesina, por ignorancia, por falta de recursos o falta de oportunidades, pase hambre y una acuciante necesidad de asistencia sanitaria, sin que alguna institución del Estado se dé por enterada.

Urge que los organismos de asistencia social y sanitaria, comenzando por la secretaría de acción social de la misma Municipalidad de San Rafael, tomen intervención en este drama que afecta a esta familia, donde viven otras cinco hijas, una de ellas de apenas 10 años. Urge una mirada solidaria y acciones concretas. Recursos existen, falta la voluntad de hacer algo.

jaroa@abc.com.py