Sombras stronistas de cara al futuro

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Como le pasó a Horacio Cartes, Mario Abdo Benítez se dejó llevar por sus sentimientos políticos, quedando en evidencia y mal parados. Ambos cayeron en lo mismo por dejar traslucir su fuero interno, con la figura del dictador Alfredo Stroessner como fondo.

Cartes, antes y después de ser presidente de la República, nunca ocultó su admiración por la figura del déspota, de cuya caída a cañonazos se cumplen en estos días 30 años. Abdo Benítez tampoco.

El expresidente-empresario quiso en su momento nombrar a Alfredo “Goli” Stroessner, nieto del tirano, como embajador ante las Naciones Unidas. La reacción mediática interna e internacional frenó el despropósito, pero sirvió para revelar, para quien tuviera dudas, cuál era el modelo político del entonces mandatario.

Durante la última campaña electoral, Abdo Benítez se cuidó muy bien de ocultar su verdadero pensamiento sobre la larga dictadura, criticando algunas veces las persecuciones y los excesos obviamente indefendibles. Pero, lo hizo por una cuestión de conveniencia más que por convicción.

A sus 35 años de edad, cuando ya militaba como figura nueva del Partido Colorado, Abdo fue cofundador del movimiento “Paz y Progreso”, nombre que rescataba la frase de propaganda eterna del stronismo para promocionar “la democracia sin comunismo”. Darle ese nombre a su facción política fue una exposición de sus principios constitutivos.

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Eran tiempos en los que algunos nostálgicos del régimen dictatorial, aquellos que entonces “eran felices y no lo sabían”, aún creían en su propio cuento sobre que la mayoría del “pueblo paraguayo” extrañaba a Stroessner y su régimen.

Íntimamente, el actual mandatario considera que, como Francisco Solano López (guardando las distancias), alguna vez el “tiranosaurio artillero, corazón de acero” será reivindicado. Al menos, por parte de la historia oficial. A Abdo Benítez le gustaría ser él quien rescate los hechos y las obras del dictador que él cree “positivas” (¿?). Pero, claro, no se anima.

Con la supuesta “broma” que lanzó en una entrevista acerca de que el 2 y 3 de febrero se festeja en nuestro país el aniversario de Ciudad del Este, no solamente ofendió a quienes lucharon y dieron todo por la libertad a lo largo de 35 años del oprobioso régimen sino que además ninguneó la recordación de los 30 años de vida democrática que, pese a sus imperfecciones y carencias, permite ahora a todos los paraguayos y paraguayas expresarse libremente, denunciar y pelear por construir un país mejor.

El mandatario tiene el desafío de hacer un buen gobierno y desacreditar la impresión de que su meteórica carrera política fue más producto de una serie de circunstancias afortunadas antes que fruto de un liderazgo arrollador.

Hasta ahora, se ve a Abdo Benítez como uno que estuvo en el momento justo en el lugar indicado y que fue haciendo su carrera montado en los errores y el desprestigio de Cartes.

Aún ahora, el aparato de marketing de este Gobierno se basa en presentarlo como la antítesis de su sucesor: su cercanía a la gente, su apego a la institucionalidad, su no intromisión en otros poderes del Estado.

Lo que realmente consiguió con su desafortunada intervención sobre el aniversario de la joven democracia paraguaya es que todos recuerden que es hijo de “Don Mario”, secretario privado de Stroessner y unas de las figuras claves del régimen, como miembro del tristemente célebre “cuatrinomio de oro”.

El episodio que reveló su apego por el stronismo podría pasar como algo anecdótico, si es que se dedica a gobernar y quizás pueda decir al final de su mandato que su administración al menos fue una transición ordenada hacia tiempos mejores que los paraguayos seguimos esperando.

mcaceres@abc.com.py