Tener ánimo invencible

En este domingo estamos empezando el año nuevo de la Iglesia. Litúrgicamente, es el año C, en el cual el evangelio de Lucas será el central.

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La etapa inicial de este nuevo ciclo es el Adviento, que es un tiempo básicamente mariano, se caracteriza por la preparación a la venida del Señor, tiempo de vigilante espera de que se cumplan las promesas de Dios.

El estilo apocalíptico del evangelio de hoy puede generar temor, pues habla de una convulsión de los astros del cielo. No se puede dar valor a cada detalle de la descripción, pero sí al sentido general: tengan ánimo fuerte, pues este mundo y su desorden pasará y únicamente Cristo brillará como Señor de todo.

Las convulsiones que golpean nuestras vidas muchas veces nos dejan mareados, ya que al ir terminando el año podemos notar que proyectos muy anhelados se quedaron en el tintero. Tal vez no conseguimos el empleo deseado, no logramos encontrar la pareja soñada, no recuperamos plenamente la salud o nos perdimos en divagaciones sin fundamento.

Es necesario revisar los criterios de éxito y gloria que manejamos, que fácilmente son capitalistas y egocéntricos. Hay que ahondar en el encanto del ser humano como obra de Dios, redimido por Jesucristo y templo del Espíritu Santo.

Tendremos ánimo invencible siempre y cuando sepamos tratar a los familiares con respeto y con actitudes de ternura. Sin embargo, es importante también no dejarse manipular, además de insistir en el sentido de la mutua responsabilidad dentro del hogar.

Es sumamente hermoso ver al otro como un compañero en la peregrinación que hacemos por este mundo, que pasa tan fugazmente, como lo muestra este año que se está yendo. Incluso, entender que todas las criaturas son nuestros compañeros de camino y, por ello, al estilo de san Francisco de Asís, cuidemos del agua, de los árboles, del aire, en fin, ayudémonos recíprocamente.

Es más, para tener ánimo Jesús insiste en que no nos dejemos aturdir por los excesos de agitación mental, que lleva a un nerviosismo desubicado. Asimismo, evitemos la embriaguez, pues presenciamos horrorizados las consecuencias del abuso del alcohol, tanto en accidentes, como en peleas totalmente evitables.

El Señor igualmente nos advierte a que no nos dejemos avasallar por las preocupaciones de la vida, sino que seamos cumplidores y juiciosos.

Al empezar el Adviento hemos de reservar un poco más de tiempo para conversar con Cristo, para escucharlo y para llegar a la Navidad con un espíritu renovado, verdaderamente lleno de ánimo y de esperanza.

Paz y bien. 

hnojoemar@gmail.com

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