¿Tiene cura la corrupción?

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El diario South China Morning Post de Hong-Kong, el 3 de julio de 2014, informó que científicos chinos, neurólogos de la Academia de Ciencias Sociales, principal centro estatal de investigación de China, publicaron en la revista internacional “Frontiers in Behavioural Neuroscience” los primeros resultados de su investigación sobre actividad del cerebro durante actos de corrupción.

“La investigación defiende que una parte del hemisferio izquierdo del cerebro, llamada “giro frontal inferior” (situada junto a la sien) es clave en la conducta corrupta, pues las personas en que esa área del cerebro trabaja con mayor intensidad pueden ser propensas a aceptar sobornos o malversar fondos”.

Otro científico chino de la misma rama, profesor Ge Jiampiao de la Universidad de Pekín, investiga la corrupción de los políticos, para lo que según sus colegas encontrará dificultades por impedimentos que surgirían de las autoridades políticas.

Los científicos chinos investigan si este delito es un problema mental y si lo es cómo tratarlo, para curarlo. La noticia de estas investigaciones es interesante y ojalá tales investigaciones aporten elementos importantes para el diagnóstico de esta grave enfermedad social.

Pero siendo coherente con lo que comenté en esta misma columna del diario ABC Color el lunes pasado, opino que estamos ante un problema esencialmente social y estructural, instalado como sistema incluso en los poderes del Estado y no estamos ante un problema exclusivamente individualizable y personal.

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Sociólogos, psicólogos, politólogos, economistas, juristas investigadores del derecho, neurólogos, filósofos especializados en ética, moralistas…, vienen estudiando e investigando la corrupción, unos insisten en analizar los efectos y consecuencias, otros analizan los rasgos comunes del perfil de los corruptos, otros los entornos y contextos que la favorecen, otros las causas más frecuentes de esta enfermedad personal y social. Francisco Blanco León, de quien cité la semana pasada su obra principal “Teoría General de la Corrupción”, publicó en 2011 otro importante libro, “La curación social”, en el que abre las puertas a la esperanza, porque propone pistas “hacia nuevos métodos anticorrupción” (2011,261ss).

Metodológicamente para combatir la corrupción, esta puede ser afrontada desde diversas puntos de vista; Blanco León considera que hay tres puntos de vista fundamentales: el jurídico, el político y el administrativo. Y que los ejes de la corrupción en la sociedad son dos: el Poder y la Ignorancia. Cuanto mayor sea la ignorancia de los miembros de la sociedad, mayor es el poder de los que lo detentan.

Aunque hay otros muchos elementos y variables que inciden en los hechos y el sistema de corrupción, bastaría analizar estos cinco componentes para poder encontrar algunas pistas que nos conduzcan a la posibilidad (nada fácil) de vencer la corrupción y acabar con los corruptos que están destruyendo el Estado, la nación y desde luego el acceso y la subsistencia del Bien Común.

Son muchos los especialistas en el estudio y la investigación de la corrupción que afirman rotundamente que la principal estrategia de los corruptos es debilitar el sistema jurídico. Con un sistema legal vulnerable y deficiente, intencionalmente así mantenido, se tiene el barbecho y el abono para el cultivo fértil de la corrupción. Con un sistema judicial contaminado por la misma corrupción y alimentado por los corruptos se garantiza la impunidad a toda clase de delitos.

Con políticos que buscan el poder no para construir república democrática representativa y participativa, trabajando para el Bien Común al servicio del pueblo, sino para enriquecerse e instalarse en el poder robándole al pueblo lo que aporta para los servicios equitativos de todos los ciudadanos y el desarrollo del país, evidentemente la corrupción tiene la cancha abierta.

Si los funcionarios y gobernantes administran el Estado para su provecho y mantienen a grandes sectores de la población en pobreza e inequidad, ciertamente no saldremos de la corrupción y sus peores consecuencias.

Hay que romper definitivamente la tensión y desequilibrio gravemente injusto y peligroso entre poder e ignorancia. Para algunos especialistas el mejor antídoto de la corrupción es la educación de calidad. Es muy difícil curarnos de la corrupción, porque los corruptos están cómodamente instalados en los poderes de la economía, del tráfico de influencias y del Estado y no facilitarán la organización, capacitación y resistencia de la sociedad civil honesta y democrática.

jmonterotirado@gmail.com