¿Todo, pero todo, por la patria?

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SALAMANCA, España. Ricardo Migliorisi, uno de los artistas más importantes que dio nuestro país se encuentra agonizando en un centro hospitalario de Asunción y su atención médica depende de la solidaridad de sus amigos y todos aquellos que, movidos por un sentimiento de humanidad, han contribuido a ello. Un hombre honesto, trabajador como pocos, con una creatividad que se le escapaba por todos los poros, dispuesto a colaborar con todo proyecto cultural sin preguntar si había resarcimiento económico o no, bondadoso, desprendido, de buen talante, es lo mínimo que se puede decir de una persona como Ricardo. Quienes disfrutamos del privilegio de su amistad damos constancia de todo ello.

“Contradicciones del sistema” diría Boogie el Aceitoso, aquel gánster hijo del “Negro” Fontanarrosa. Mientras un hombre que dio todo por su país, que honró su nombre aquí y en todos aquellos otros en que exhibió su obra, que habló de un país que quería modernizarse y ser tenido en cuenta, un hombre que debe depender ahora de la solidaridad de sus amigos, el Instituto de Previsión Social, en complicidad con algunos senadores de la nación y otros impresentables, se dispone a dar un golpe a la ciudadanía de 140.000 millones de guaraníes. Claro que el presidente de la institución que debe prestar atención médica a la ciudadanía, aseguró que diez minutos antes que se destapara esta olla nauseabunda, le dijo al presidente de la República que anularía el llamado a licitación porque era objeto de “algunos cuestionamientos”. La rata saltaba del barco antes que se produjera el naufragio. Y el senador que estaba metido hasta las orejas en el negociado, se declaraba víctima de una cruel persecución política respaldada por la prensa. ¡Ay, bendita prensa! Por qué será que los periodistas no se dejan sobornar por cuarenta millones de guaraníes en vez de ir a la fiscalía llevando en una bolsita los treinta denarios de oro con que quisieron comprarle los fariseos.

No hay mal que sin bien no venga, reza el refrán que en nuestro país se transforma en que no hay mal que sin un mal mayor no venga. En su edición del martes último, el diario “El País” de España, el de mayor circulación, le dedicaba toda la contratapa, con una enorme fotografía a “Jesús Monargues, huido a Paraguay” bajo el sugestivo título de “El falso modelo que resultó ser un fugitivo ultra”. Como si esto fuera poco, el artículo dice que “Tras ser condenado en 1984 por la Audiencia Nacional a 14 años de prisión por tres robos con intimidación y un delito de lesiones, el neofascista puso tierra de por medio para evitar la cárcel. Y aterrizó en 1986 en un país reconvertido entonces en un oasis para fugitivos ultras internacionales: el Paraguay de Alfredo Stroessner”.

El sujeto en cuestión fue miembro del grupo Frente de la Juventud, una escisión violenta de Fuerza Nueva. Participó en numerosos atracos e incluso en el envío de una carta bomba que mató a Andrés Fraguas, un chico de 19 años, que trabajaba con conserje del diario “El País”: En Paraguay se presentó como modelo de Valentino y entró a trabajar para formar modelos en la escuela Alta Model de Asunción, dirigida por José Brítez y luego fue a lo suyo: instructor en una empresa privada de seguridad en la que estuvo por lo menos hasta hace dos años. Con lo que se llega a la conclusión que no es bueno darlo todo, pero todo por la patria. Pues mientras unos se dan la gran vida, otros agonizan solos.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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