En 27 años de vida libre y democrática solo pudimos comprobar que son decadentes las organizaciones políticas que buscan y administran el poder y que sus dirigentes y métodos están envejecidos, lo cual se traduce en las ideas y posturas caducas que sostienen.
La consecuencia directa de esta situación es que los ciudadanos más calificados y honestos, especialmente los jóvenes, se abstienen o directamente huyen de la militancia partidaria amedrentados por las prácticas viciosas, tanto de los antiguos como de los nuevos partidos.
La ciudadanía tiene como protagonista un proceso de desarrollo muy lento en nuestro país, en parte debido tal vez a la castración cívica durante los gobiernos autoritarios del pasado, en contraposición al rápido y creativo desarrollo de la corrupción. Mientras los ciudadanos se paralizan durante años en la duda de qué y cómo hacer, sus “representantes” encuentran en poco tiempo la forma de alzarse con los bienes y medios estatales, eludiendo todos los cercos dispuestos para evitarlo.
En tiempos de la dictadura stronista, las formas arriesgadas de combatir la dictadura y buscar la democracia eran la conspiración y la guerrilla, mientras los ciudadanos comunes se manifestaban a través de “comunicados a la opinión pública”, generalmente con membretes de organizaciones precarias y sin firmas autorizadas, por temor a represalias.
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Luego se evolucionó hacia los pronunciamientos con la firma de los responsables o líderes de los grupos, de las causas invocadas o de las organizaciones políticas y sociales. Más adelante se contagió el coraje de algunos pocos de llamar a las radios a realizar denuncias, y en esto mucho tiene que ver “Quinto Poder” de Radio Ñandutí, además de escribir cartas a los diarios haciendo también denuncias públicas.
El siguiente paso ya fue de mayor valentía con actos de protestas en la vía pública, sin importar la cantidad de manifestantes, ya que anteriormente todos estaban chantajeados por la “concentración masiva” de los colorados, quienes se veían presionados a realizar acto de presencia por su condición de funcionarios públicos en la mayoría de los casos.
Esta práctica movilizadora fue acompañada de la costumbre de acampar frente al Parlamento para conseguir resultados concretos en materia de medidas parlamentarias, ejerciendo presión directa sobre los legisladores. Otro paso más adelante constituyó la práctica de asumir la realización de denuncias concretas ante la Fiscalía contra determinadas autoridades o funcionarios.
Posteriormente surgieron las redes sociales y se hizo popular la viralización de temas, hechos y situaciones, juntamente con la libertad absoluta de expresar todo tipo de opiniones e ideas, hasta que finalmente la virtualidad de los hechos digitales se concretó en el escrache a las personas indeseables.
Con todas estas formas de expresar posturas políticas no se podrá, sin embargo, evitar el probable retroceso político que surge como alternativa frente al estancamiento, si los ciudadanos con voluntad política y espíritu democrático no toman el coraje y deciden asumir el desafío de hacerse cargo, de tomar las riendas. En política, los espacios vacíos se cubren siempre, no importa por quién, y si realmente existe descontento, como al parecer queda registrado con las diversas manifestaciones en ese sentido, es hora de diseñar una estrategia de unir las voluntades democráticas de todos los desilusionados y construir un nuevo modelo de conducir este país, lo que no es otra cosa más que administrar bien nuestros propios recursos para que nos vaya mejor.
ebritez@abc.com.py