La mecanización, automatización, robótica, la inteligencia artificial en general con el desarrollo de la cibernética han desencadenado este desplazamiento laboral.
El análisis del tema lleva a la conclusión de que la inteligencia artificial con sus diversos modos y productos al servicio de la humanidad (en industria, comercio y servicios, finanzas, medicina, ingenierías, educación, ocio, arte, sociabilidad, información, comunicación, etc.) cambian la naturaleza y modalidades de trabajo y consecuentemente obligan a capacitarse para trabajar en las nuevas coordenadas. Lo que en 1870 era en Estados Unidos masiva población laboral en agricultura es hoy dispersa población distribuida en sectores no primarios, incluyendo la producción de tecnologías, conocimientos y la participación en la sociedad virtual.
Es evidente que la inteligencia artificial en sus diversas derivaciones actuales y futuras desafía a todo el que quiera trabajar, porque tiene que capacitarse para trabajar en el mundo que existe y va a existir, ya que no sirve prepararse para el mundo que ni existe ni volverá a existir.
El desafío que plantea el acelerado desarrollo de la inteligencia artificial cae directamente sobre las responsabilidad de las familias, de las instituciones educativas y del sistema educativo total, responsables todos ellos de preparar a niños, adolescentes y jóvenes y de posibilitar la actualización permanente de los adultos, ya profesionales, para la vida real y sus cambios constantes. El problema laboral de los adultos es más grave cuando la mayoría de ellos en nuestro país, ni siquiera tienen los conocimientos y competencias de bachilleres.
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La inteligencia artificial no compite contra los trabajadores sean del nivel profesional que fueren. Surge precisamente como una extensión de la inteligencia humana para contribuir a su mayor desarrollo y potencialidad. La computadora (un ejemplo cercano de inteligencia artificial) extiende entre otras potencialidades del ser humano, nuestra memoria con su disco duro interno y externo e incluso con la “nube”.
Pero es mucha más la contribución de la inteligencia artificial, porque hasta ahora la inteligencia artificial existe fuera del cuerpo humano, pero ya se están elaborando distintas formas de inteligencia artificial (nanobots) que se podrán insertar en nuestro cuerpo y en el mismo cerebro; lo cual quiere decir, que la inteligencia artificial no solo no compite contra el ser humano, sino que se pone a disposición del ser humano insertada en el interior de nuestro cuerpo. Raymond Kurzweil lo describe en su impactante libro “Cómo se crea una mente” (2012).
John McCarthy, uno de los “padres fundadores” de la inteligencia artificial la definió en 1955 diciendo que consiste “en hacer que una máquina se comporte de formas que serían llamadas inteligentes si un ser humano hiciese eso”. Después surgieron otras muchas definiciones y algunas críticas a la definición de McCarthy. En cualquier caso coinciden fundamentalmente en reconocerle inteligencia artificial “a las máquinas capaces de conductas humanas, que consideraríamos inteligentes si las efectuaran seres humanos”. Observa tu teléfono celular “inteligente” y cuenta la cantidad extraordinaria de funciones que es capaz de hacer ágilmente, y comprenderás que si tú hicieras todas esas funciones con la misma rapidez y calidad, con razón tus familiares y amigos te dirían que eres inteligente.
La presencia de la inteligencia artificial con trabajo maquinal en las empresas no afecta igualmente a todos los empleos, a unos les afecta más que a otros. Hay investigaciones muy interesantes sobre el impacto según trabajo, empleo y profesiones, incluido el quehacer de los intelectuales. Tal vez en otra oportunidad vuelva sobre el tema con más tiempo y espacio. Lo que sí podemos sugerir es que la progresiva presencia de las diversas formas de inteligencia artificial, especialmente las próximamente venideras de la nanotecnología, nos presionan para que revisemos las políticas públicas de educación, sobre todo de nivel medio y superior y las políticas sociales de trabajo.
jmonterotirado@gmail.com