Parece que al imputado legislador por el departamento del Alto Paraná ya se le acaba la paciencia de estar en una prisión. De los políticos detenidos, es el más inquieto judicialmente hablando.
Lo llamativo del caso es que dos importantes referentes del movimiento Colorado Añetete, que lidera Marito, se manifestaron abiertamente en apoyo a Ulises. En primer lugar, el titular del Congreso senador Silvio “Beto” Ovelar, y la presidenta de la bancada de Añetete en la Cámara de Diputados Jazmín Narváez, quien junto al legislador Colym Soroka (ANR) asistieron al Palacio de Justicia incluso mientras su correligionario intentaba obtener su libertad, al menos una prisión domiciliaria.
¿Narváez y Soroka fueron hasta el edificio del barrio Sajonia con la venia de Marito a hacer causa común, a presionar a la justicia, por amistad o porque no tenían otra cosa que hacer? Narváez contestó en una entrevista para Radio ABC Cardinal 730 AM que estuvo ahí por amistad. Es creíble su versión pero su presencia fue políticamente incorrecta y hasta rayaría lo ilegal.
¿Quién sabe la frontera entre el tráfico de influencias y la simple amistad? No es lo mismo que un padre y/o madre acompañen a su hijo a un examen de ingreso o una competencia deportiva que un legislador concurra como un “ciudadano común” supuestamente a una audiencia de revisión de prisión en sede judicial, donde un juez en ese momento analizaba si el diputado oficialista –supuestamente involucrado en narcotráfico– continuaba o no en la cárcel militar de Viñas Cue.
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Hasta el momento, el Jefe de Estado no bajó líneas sobre el tema y se mantiene en su discurso de respeto a la independencia de los poderes. Evidentemente que no alzó el teléfono para torcer la decisión del juez Humberto Otazú, motivo por el cual el magistrado ratificó la prisión privativa de libertad.
Pero la cuestión se irá complicando a medida que transcurre el tiempo porque Ulises intensificará sus pedidos de libertad a la justicia y necesitará del respaldo de sus correligionarios legisladores para lograr torcer la postura –hasta el momento firme– del juez del caso.
En un hipotético escenario futuro incierto pero no imposible, Ulises Quintana obtiene la prisión domiciliaria o la libertad absoluta tras la carátula de su imputación mientras que los cartistas que tienen procesos son encontrados culpables de los supuestos delitos y crímenes de los que se le acusa. Todos los dedos acusadores apuntarán a Mario Abdo como el aparente gestor.
Mueva o no un dedo, el Presidente de la República aparecerá directamente como culpable independientemente del proceso judicial.
La lectura política es muy distinta muchas veces. No olvidemos que la sociedad y especialmente los de Añetete le culpaban a Horacio Cartes de ciertas impunidades. En algunos casos con razón. Ejemplo: el ahora prófugo Darío Messer, el “doleiro de los doleiros” que le metió un gol de mediacancha al sistema financiero nacional y que por culpa de ello el Grupo de Acción Financiera (GAFI) en materia de lavado de dinero podría enviarnos a la “B” el año que viene.
En países como Paraguay, el titular del Poder Ejecutivo conserva aún un poder que va más allá de su frontera a diferencia de jefes de Estado de otras naciones, que deben compartir su espacio con micropoderes o ve reducida su capacidad de acción. Abdo puede utilizarlo para proteger a sus amigos o para castigar a sus enemigos. O para estirarle la oreja a su primer anillo, que busca presionar a jueces.
pguerrero@abc.com.py