Sin embargo, la realidad es muy diferente; las carencias son infinitas, desde recursos humanos preparados para lidiar con enfermos hasta medicinas e insumos.
El Hospital Regional de Caacupé, por ejemplo, desde hace tres años viene atravesando por uno de sus peores momentos. Siendo un centro de referencia que recibe a un promedio de 1.000 pacientes por día en las diferentes dependencias, incluyendo la Unidad de Terapia Intensiva (UTI), sala de diálisis y terapia intermedia neonatal, entre otras especialidades, no cuenta con insumos básicos, como algodón, gasas, guantes y medicamentos.
El laboratorio ni siquiera tiene reactivos para la realización de análisis básicos de diagnóstico. Varios estudios están suspendidos desde hace meses.
En la farmacia no se dispone de medicamentos suficientes para cuadros respiratorios, gastroenteritis, problemas cardiacos e hipertensión arterial.
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El doctor Eduardo Jara asumió como jefe de la Tercera Región Sanitaria a mediados de setiembre y poco o nada hizo para fortalecer los servicios de salud. Se dedicó a realizar cambios en las direcciones de centros de salud y hospitales con un criterio netamente político, ubicando a caudillos y hurreros en algunos puestos.
Mientras, se suceden los actos de posesión de mando, aumenta la demanda en los servicios de Salud Pública a la par de la precariedad.
De esa forma, los políticos aseguran el control sobre las dependencias sanitarias, pensando en las ventajas que podrán conseguir cuando se inicie la guerra por cada voto durante la campaña electoral para los comicios municipales de 2020. En ese tren se olvidan del derecho básico de los ciudadanos.
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