Un mundo inseguro

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SALAMANCA. En el momento de escribir este artículo la lista oficial de víctimas es de 84, cifra provisional según el Ministerio del Interior francés. Hay decenas de heridos graves con pronóstico “reservado”. Es decir, de extrema gravedad. Esto sucedió en Niza el jueves por la noche, mientras la gente se encontraba reunida en la playa para ver los fuegos artificiales programados para festejar el 14 de julio, fecha patria que recuerda el comienzo de la Revolución Francesa con la toma de la Bastilla en 1789.

La reunión de toda esta gente fue aprovechada por Mohamed Lahouaieh Bouhlel, ciudadano tunecino de 31 años de edad, para lanzar su mortal ataque. Alquiló un camión de gran porte con el que entró a gran velocidad al Paseo de los Ingleses, que bordea la playa, y en un recorrido de casi dos kilómetros de largo condujo a gran velocidad en zigzag para poder atropellar a la mayor cantidad posible de personas matándolas, hasta que fue abatido a tiros por la policía.

A poco de ocurrir el atentado los periodistas le preguntaron al ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, si podía confirmar que el autor de la matanza tuviera relaciones con el extremismo religioso y respondió que no. Pero horas más tarde el primer ministro Manuel Valls dijo que “de un modo u otro” el terrorista estaba vinculado a círculos islamistas radicales. De este modo Francia se convierte en el país europeo más castigado por el radicalismo islámico cuyos atentados han costado centenares de víctimas inocentes. Pocos meses atrás, en París, fundamentalistas islámicos dispararon sus armas de guerra contra pacíficos ciudadanos que se encontraban sentados a la mesa de populares bares de la capital.

Cazeneuve, ante los periodistas, reconoció que esta lucha contra el terrorismo internacional será necesariamente larga, difícil de encarar por sus especiales características y que hay que esperar que se lleven a cabo otros atentados a pesar de que se está poniendo todo el esfuerzo necesario para poder evitarlos.

Ante una situación como esta, antes que alentar una reacción violenta contra todos los extraños, como lo ha hecho la ultraderechista francesa Marie LePen, se debe reflexionar sobre los caminos que se han seguido para llegar a tal situación. Uno de los principales es el modo en que se han desestabilizado diferentes regiones del mundo queriendo exportar a ellas conceptos de la democracia occidental pero sin tener ningún plan concreto para el día después. Se terminó con gobiernos atroces como los de Libia e Irak, se tendió un velo de permisividad sobre Siria, pero nadie sabía qué debía hacerse para reorganizar esos países de acuerdo a los nuevos principios políticos que se querían trasplantar.

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Esos regímenes autoritarios, en lugar de ser sustituidos por sistemas democráticos, fueron suplantados por la anarquía y el caos sin que nadie pudiera introducir un mínimo de orden. La situación fue aprovechada por grupos fundamentalistas que buscaron hacerse de un sitio, de un territorio desde donde exportar sus propias ideas. Occidente hizo poco caso a lo que estaba ocurriendo, hasta que la misma violencia que se está viviendo cotidianamente en Siria, en extensas regiones de Irak, en casi toda Libia y muchas regiones de África golpeó a las puertas mismas de un mundo que se creía muy seguro y lejano de todo aquello.

Es frecuente oír que no tenemos nada que ver con ese problema, que los conflictos tienen lugar muy lejos, que no tenemos por qué preocuparnos. En este mundo globalizado, una frase hecha repetida hasta lo revulsivo, nada está lo suficientemente lejos ni nada debería resultarnos lo suficientemente extraño porque se ha vuelto realidad aquel viejo dicho de que “si todos los chinos patearan el suelo al mismo tiempo, todos saltaríamos en el otro extremo del globo”. El agravante es que no son los chinos los que están pateando el suelo, sino un grupo muy numeroso, imposible de saber hasta dónde se encuentran sus miembros, ha resuelto hacernos saltar, pero por los aires, a todos aquellos que no compartimos su fanatismo religioso. Es inútil que nos empeñemos en mirar hacia otro lado en presencia de estos problemas porque, más temprano que tarde, alguien vendrá a echarnos en cara nuestro cómodo desinterés.

jesus.ruiznestosa@gmail.com