Un verdadero robo

El Instituto de Previsión Social (IPS) saltó nuevamente al tapete días atrás, esta vez no fue por el pésimo servicio que ofrece ni el calvario que deben sufrir los asegurados para conseguir un turno para consulta, o por la crónica falta de medicamentos, sino por el escandaloso negociado que se estaba tramando con el servicio de “seguridad” para la institución.

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El escándalo, que terminó con la salida a empujones del ahora exsenador Dionisio Amarilla (PLRA, llanista), es apenas una muestra de cómo el ente previsional, que en teoría está al servicio de los asegurados, no es otra cosa sino un botín de los mafiosos de turno, esos personajes siniestros que operan entre bambalinas para sacar provecho propio mediante el robo, la trampa y la corrupción que campean casi en todos los órdenes de la vida pública y privada de nuestro país.

El caracterizado pésimo servicio que reciben los asegurados del IPS no es por falta de recursos. Para tener una idea, solamente en el departamento de Itapúa el ente recauda más de G. 14.000 millones todos los meses, pero en contrapartida el servicio que ofrece es realmente vergonzoso.

Resulta inadmisible que un hospital cabecera, en un departamento con más de 500.000 habitantes, tenga apenas un urólogo, un día a la semana, no tenga un servicio de diálisis, ni un médico para tratamientos oncológicos, en una población en la cual tiene registrados al menos 240 enfermos de cáncer, quienes tampoco acceden a medicamentos oncológicos.

Este miserable servicio de que se dispone en el hospital regional del IPS es un macabro e indisimulado robo a los aseguradores de Itapúa. Y sabemos que esto ocurre a pesar del esfuerzo que ponen funcionarios y directivos locales, sujetos al centralismo político y administrativo de la entidad.

El IPS es un buen ejemplo de lo que ocurre a nivel país, en todas las esferas. Le sobran recursos, pero son escamoteados por los ladrones de turno, ante la mirada impávida del pueblo.

jaroa@abc.com.py

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