“Una bola de sangre”

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La vida de cada persona es un cúmulo de experiencias; algunas veces descubrimos el sentido de lo que nos pasó, y otras, nos hundimos en la desesperanza. Esto no tiene que ver con ser mejores o peores, sino con mantener un lazo con la vida o con la muerte. La brasileña Sara Winter estuvo en nuestro país brindando charlas sobre su militancia en el feminismo radical (pueden leer su historia en ABC Digital bajo el título “Una nueva vida”). En la charla, Sara dio detalles sobre lo que, siendo muy joven, le tocó afrontar: lo más duro no fue su embarazo, sino haber abortado. Una de las partes más fuertes de la entrevista fue su relato de cómo, desesperada y llena de miedo, buscó ayuda en el grupo para el que militaba. Ahí le dijeron que lo que llevaba dentro no era un bebé, sino una bola de sangre, una bolsa de células. En la misma línea, los consejos que le brindaron fueron muy gráficos: solo tenía que acabar con algo que no era nada (vaya contradicción).

Este tipo de “dibujos mentales” hecho en la mente de las jóvenes no es extraño en nuestro tiempo. Debemos estar atentos, principalmente los padres, para saber qué piensan los hijos adolescentes sobre el aborto; casi nadie quiere hablar de este tema, pero es preciso asegurar apoyo, sobre todo a las chicas, en cualquier situación que atraviesen. Sara no tuvo a su familia, y por eso la buscó en quienes creía sus amigas cuando eran parte de un grupo ideológico.

Escudados en eufemismos, los promotores de la despenalización y legalización del aborto hallan formas permitidas para promover su postura en nombre de la salud de la mujer. Dicen “interrumpir el embarazo”, pero tal como señalaba el escritor y abogado argentino Nicolás Marquez: “No existe ninguna interrupción, porque interrumpir es cortar un proceso para continuarlo después. El aborto no da esta oportunidad, es un asesinato”.

El gran argumento que usan las feministas radicales, en alianza con otros grupos de poder, es el abuso sexual de niñas y adolescentes, y para que esto no tenga discusión, trabajan sembrando la demonización del varón, sentenciándolo solo por serlo y, en todo caso –punible o no–, como el culpable. Esto es irracional e infantil por más “posgrados” que tengan los/as intelectuales del ramo.

No todos los casos son los mismos, y ya existen leyes para penar los crímenes y delitos. Eso es lo que deberían pelear en comunión con otros grupos sociales y/o religiosos, lo que ya existe y no se cumple. Respecto a la agresividad y el exhibicionismo dentro del feminismo, las feministas responden que, como en todo movimiento, hay diversas posturas, pero que el fin del feminismo busca la igualdad, equidad y libertad absoluta para la mujer. Esta “libertad” incluye dejar vivir o no al ser más indefenso. Despenalizar el aborto significa que los culpables no pagarán su crimen, y legalizar que el Estado se verá obligado a asumir el compromiso de proteger y divulgar las políticas sanguinarias del crimen.

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Como Sara, muchas mujeres sufren el dolor del aborto; contra el pronóstico médico, ella volvió a embarazarse. Hoy es otra persona, disfruta de su maternidad y no calla su historia, que orienta y fortalece a otras mujeres.

lperalta@abc.com.py