Una estocada a la izquierda

SALAMANCA (España). Ni Pastor Coronel con Kururu Pire y su hato de detestables torturadores, lograron hacerle tanto daño a la izquierda como lo está haciendo el Frente Guasu. Las declaraciones públicas que ofrecen sus dirigentes con motivo de la crisis de Venezuela, son de una ingenuidad vergonzosa. Eso de que los alimentos que vienen con la ayuda humanitaria están envenenados suena como aquello de que algunos dictadores necesitaban bañarse en sangre de niños pequeños para combatir la lepra que sufrían.

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Semanas atrás, la senadora de ese grupo, Esperanza Martínez, dijo por radio que ella creía que en Venezuela había democracia. Se alega para ello que durante el chavismo hubo veintisiete votaciones y todas ellas fueron ganadas por amplia mayoría.

A lo largo de los cincuenta años de carrera que tengo dentro de la profesión, participé, a veces como periodista, otras como miembro de mesa o apoderado, en todas las elecciones que hubo, desde la época de la dictadura a la democracia. Y quiero contar nada más que tres casos de los que fui testigo directo.

Primer caso: Estaba designado en el puesto de comando del Partido Febrerista. Carlos Caballero Gatti se postulaba como presidente. Alrededor de las diez de la mañana dimos una vuelta por los lugares de votación. Llegamos a San Lorenzo y se nos acercó un miembro de este partido y le dijo a Caballero Gatti: “Doctor, ¿ve aquel camión allí estacionado? Vino lleno de hombres que están votando ahora en aquella mesa. Vienen de votar en otros colegios de San Lorenzo. Y cuando terminen su recorrido se van a ir a Capiatá, luego a Itauguá, Ypacaraí, Caacupé, Barrero...”

Segundo caso: Las mismas votaciones. A las cinco de la tarde cerraron los colegios electorales. A las cinco y cuarto suena el teléfono. En un colegio electoral los representantes del partido oficialista le echaron a todos los de partidos opositores porque tenían que contar los votos y eso era secreto.

Tercer caso: Me encuentro con el padre César Alonso de las Heras frente al colegio San José. Se quejaba porque allí pondrían un colegio electoral. ¿Y por qué le molesta? “Porque apenas concluye la votación, cierran las puertas y vacían las urnas en los servicios del colegio y con tanto papel me atascan todas las tuberías”.

Las votaciones, en sí, no son garantía de nada si no cumplen ciertas exigencias. Acaba de haber un referéndum en Cuba para preguntarle al pueblo si quería o no la nueva Constitución. No siendo la votación obligatoria participó un 84% del censo y nueve de cada diez cubanos, dijeron “Sí.” Notable victoria. Lo que no se dice es que no había movimiento por el “No“, no había partido, ni grupo, ni plataforma que pudiera hacer campaña por el “No” simplemente porque no estaba permitido. Y por si hubiera dudas del carácter autoritario de la nueva constitución cubana, ella reconoce al Partido Comunista como “único y como la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”.

Después de todas estas muestras de intolerancia, también de irracionalidad y de pensamiento autoritario, ¿cómo decirle a la gente que existe un socialismo moderno, democrático, progresista, donde los ciudadanos viven y opinan en completa libertad? ¿Cómo convencerle a la gente que el socialismo que hoy se vive en Europa nada tiene que ver con la insensatez y la absurdidad de gobiernos como el de Maduro, Ortega, Díaz-Canel o Morales? Ellos, en realidad, como el Frente Guasu, confunden el término “socialismo” con “estalinismo” y así van cavando su propia tumba. La “multitud” que protestó por la presencia de Guaidó en Asunción, frente al Ministerio de Relaciones Exteriores lo puso en evidencia: todos cabían en un tranvía y aún quedaba espacio.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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