Una gran puesta en escena

SALAMANCA, España. Las cosas por fin han quedado claras y ya no hay por qué preocuparse. El intento de soborno para frenar unas publicaciones periodísticas había sido que fue un montaje hecho por un redactor de este diario, Juan Carlos Lezcano. Y por si alguien lo duda, una juez ha admitido ya la denuncia que ha hecho el senador Dionisio Amarilla en su contra por calumnia, difamación y todo aquello que pueda ensuciar la trayectoria inmaculada de este señor.

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El senador Blas Lanzoni, que pertenece al mismo partido y facción, ha declarado a la prensa: “Lo veo muy tranquilo y lo veo convencido de que ha sido todo un montaje”. Y aquí se ha aclarado todo: el periodista Juan Carlos Lezcano citó a gente relacionada con la licitación convocada por el Instituto de Previsión Social, les pasó el libreto de lo que tenían que decir para desinflar los artículos que ponían en evidencia las triquiñuelas del negociado y le hizo ir a María Luz Peña con un sobre conteniendo 40 millones de guaraníes para el soborno. Terminada la puesta en escena, se apagaron los focos, se cerró el telón y el periodista se fue a la fiscalía a hacer la denuncia correspondiente. ¡Qué inteligente! ¡Qué inteligentes Blas Lanzoni y Dionisio Amarilla para darse cuenta de que todo había sido un montaje!

Decenas de veces he dicho en esta misma columna que no nos duele tanto que nos roben de manera inmisericorde, sino que después, para justificar su latrocinio, nos traten como si fuéramos idiotas. ¿Creerá en verdad el senador Lanzoni en lo que ha dicho sobre el montaje periodístico? ¿Creerá el senador Amarilla que se le pasó a alguien por la cabeza que es una inocente víctima de una persecución política porque es “un líder emergente” según sus propias palabras? Hay veces que uno se pregunta, no cómo es posible que cierta gente esté allí, sino cómo hicieron para llegar allí, a la Cámara de Senadores, una de las más altas distinciones a la que puede aspirar un ciudadano.

Pero Lanzoni ni se detuvo en este argumento. Agregó que el sólo hecho de recomendar no constituye ningún delito. Dijo algo así como: “Nosotros los senadores, los parlamentarios somos seres humanos, tenemos amigos que nos preguntan, nos piden recomendaciones; cualquier hecho que uno haga es tráfico de influencias, entonces por el solo hecho de recomendarle a un amigo que vaya a comprar algo a algún lugar porque es de buena calidad, ya puede tomarse como tráfico de influencias en el caso de que me filmen”. Muy cierto señor Lanzoni, pero una cosa es recomendarle a un amigo que compre los boyitos de la panadería “La Palmera” y otra cosa muy diferente es recomendar que se acepte una licitación por ¡140.000 millones de guaraníes!

La verdad es que quizá el senador Dionisio Amarilla esté sonriente porque ha comenzado a correr el rumor que el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, está pidiendo a los senadores de su grupo que lo salven a Amarilla. En una palabra, que lo blanqueen. Si esto es cierto, será un gravísimo error por parte del presidente, uno más de los tantos cometidos ya en su corto periodo presidencial. En los últimos meses su eslogan de campaña proselitista: “Marito de la gente” se ha venido desinflando peligrosamente. Habría que hacer una encuesta para saber qué proporción de la ciudadanía sigue creyendo en esa propuesta.

Lanzoni dijo que el directorio del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) se apresuró en pedir la expulsión de sus filas de Dionisio Amarilla. En realidad, el apresuramiento fue haberlo aceptado en sus filas y haberle dejado llegar adonde llegó. Si se sigue por este camino, señores políticos, la única opción que nos quedará para las próximas elecciones será votar por el elefante del zoológico. Quizá él no nos defraude.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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