Una guerra provocada

El aluvión de noticias sobre hombres denunciados por violencia contra la mujer, no debe ser interpretado como si el hombre y la mujer fueran incompatibles. Reza la naturaleza humana que es condición indispensable que ambos sigan unidos hasta el fin de la especie humana. Son las personalidades en todo caso –además de otros factores– las que son incompatibles, no los sexos. Sabemos que no todos los hombres son maltratadores pero, con la ley integral a favor de la mujer, no están exentos de acusaciones falsas. Aunque el problema de maltrato de parte de ciertos hombres a ciertas mujeres existe, lo realmente visible es que las causas no están siendo atacadas más que la pena. Prevención no significa enviar hombres a la cárcel, sino trabajar con las familias, una por una y en grupo, para proveer herramientas, habilidades de conciliación. Las grietas matrimoniales tarde o temprano se agrandarán si la relación no comenzó limpiamente, por Ej. casamientos o uniones forzadas por un embarazo no planificado, falta de sinceridad respecto al nivel de vida, los aportes económicos y de colaboración en el hogar y la crianza de los hijos, también la presión familiar y social por casarse a tal edad, incluso problemas más complejos como el descubrimiento tardío de enfermedades o trastornos mentales. Descargar brutalmente el cartucho en “eliminar el machismo” no convence a la razón.

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Seguramente nos va a llevar un buen tiempo ponernos de acuerdo sobre cómo erradicar la violencia actual. Hoy se tiende a partir de premisas como “el hombre llega borracho y golpea a su mujer”, “el odio no le da derecho a matar”, “la mujer seguro era una p…”, etc. No debemos caer en estos argumentos sensacionalistas, amarillistas, ni fanatizarnos con un concepto destructivo de hombre y de mujer.

Cuando se llega al extremo, al golpe físico o a lo peor, asesinar y/o suicidarse, es porque algo grave explotó, y antes no se pidió ayuda –no necesariamente a la policía– o si se hizo no fue de manera clara. A pedir ayuda, reconocer nuestra incapacidad, límites e impotencia, se aprende.

El relativismo versus el absolutismo respecto a la unión eterna o pasajera de las parejas no son buenas trincheras. Saber lidiar con un conflicto sentimental sanamente es posible, aunque ciertamente muchos necesitan más ayuda que otros.

Sembrar el victimismo, tal como se está aplicando, no es bueno para las mujeres, las debilita y las entorpece. Protección integral, en todo caso para la niñez y primera etapa de la adolescencia; después de esa edad hay que empezar a hablar en términos de responsabilidad individual.

Hombres y mujeres debemos desarrollar nuestro sistema de defensa, aunque a veces anulado o sinuoso en muchas personas (por cuestiones de clan familiar, de la cultura a la que pertenece, etc.), está. Una mamá me contaba que fue a visitar a unos amigos –también con niños– y llevó a su nena de 4 años. Mientras estaban jugando, un niño de 7 años le cerró el paso cubriendo con su cuerpo una puerta. La niña lo miró, calló unos segundos y luego pegó un grito tan fuerte que los adultos corrieron a ver qué pasaba. Brillante autodefensa.

Es fundamental enseñarles a nuestros hijos/as y alumnos desde muy temprano a defenderse con inteligencia y a respetarse entre compañeros de ambos sexos, y la sociedad avanzará legítimamente.

lperalta@abc.com.py

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