Una luz

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La caída de algunos jeques de la corrupción y el tráfico de influencia en nuestro país trajo consigo una luz de esperanza. Sin embargo, todavía hay mucho por cambiar y el proceso de depuración llevará su tiempo, y debe abarcar toda la República.

En Salto del Guairá la destitución del juez Samuel Silvero Martínez, una de las figuras más nefastas que tuvo como inquilino el Poder Judicial local en los últimos tiempos, representó una importante victoria contra la putrefacción de la justicia.

Sin embargo, ningún proceso de saneamiento puede terminar bien mientras la institución rectora del comportamiento humano no funcione y no actúe contra los ladrones y traficantes de la esperanza del pueblo.

Ojalá aparezca muy pronto en la justicia paraguaya un clon del Juez brasileño Sergio Moro, que sin titubear mete preso nada menos que al hombre más popular, carismático y querido de ese país, el expresidente Luis Inacio Lula da Silva.

La justicia no debe ponderar para actuar. Debe simplemente castigar con la dureza de la ley a todos quienes sin empacho roban las cosas del pueblo y enviarles a la cárcel por valerse de la política para enriquecerse a expensas de la gente, de la salud y la educación, condenando a generaciones y generaciones a seguir viviendo en la pobreza, en un país rico.

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El pueblo está haciendo su parte. Es de esperarse que más temprano que tarde la Diosa Astrea despierte y haga de su espada la herramienta eficaz para cortar la mano de quienes mutilan a miles de niños y niñas en el Paraguay con su asqueroso robo.

La política debe recuperar su esencia, pero no será sino mediante castigos ejemplificadores. Expresidentes, exministros, senadores, diputados, intendentes y gobernadores deben ser condenados a penas carcelarias tras una investigación seria de sus despojos, y obligados a devolver cada centavo.

Mientras la impunidad reine no habrá grandes cambios y lo poco que se avanza servirá apenas para el show mediático y para sedar las ansias de justicia de los indignados. La corrupción debe ser afectada en su caracú para que vengan tiempos mejores.

rduarte@abc.com.py