Universidades y orejas largas

SALAMANCA. Es conocido el dicho de que la universidad no corta las orejas. A esta altura de las cosas, tendríamos que preguntarnos quién puede cortar las orejas a las universidades. Por lo menos en nuestro país donde la enseñanza se ha convertido en un negocio vil en el que se enriquecen los propietarios y se empobrecen económica e intelectualmente los incautos que acuden a ellas.

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A mediados de la semana pasada nos enteramos de que en el Congreso hay solicitudes para habilitar 13 nuevas universidades que se vendrían a sumar a las ya 54 existentes, la inmensa mayoría de ellas son privadas. Lejos de ser como en los Estados Unidos donde las universidades privadas son las que gozan de mayor prestigio dentro y fuera del país, aquí sucede exactamente lo contrario: los títulos otorgados por las universidades privadas, cuando los otorgan, son vistos con una justificada cuota de sospecha.

Consciente de que las comparaciones son odiosas, en este momento existen en España 76 universidades entre públicas y privadas. La población es de 46 millones de habitantes. Argentina, con 43 millones de habitantes tiene 95 universidades mientras Bolivia, con 10 millones tiene 61 universidades. De ser aceptadas estas nuevas solicitudes, quiere decir que el presente año terminaremos con 67 universidades para 6.854.536 habitantes, es decir, nueve menos que España y una población nueve veces menor. ¿Habrá una lógica en todas estas consideraciones? Por de pronto, Hidelgardo González, presidente del Consejo Nacional de Educación Superior (Cones) dijo que el número de universidades supera a la “cantidad de estudiantes existentes en el país, por eso no veo la imperiosa necesidad de seguir creando instituciones, excepto se presenten de manera seria y con una propuesta académica óptima”.

González también dijo que se está negando el reconocimiento a todos los pedidos. “No damos el visto bueno a las casas de estudios porque no pasan las evaluaciones. Ponemos muchas trabas porque nos encontramos con muchas barbaridades, creo que aún no entienden que se terminó el festín. Esto ya se acabó. No obstante, en la lista hay universidades cuya situación seguimos estudiando”. No especificó cuáles son las que siguen bajo la lupa. Lo cierto es que en algún momento esas exigencias habrán sido muy laxas, ya que en este momento hay unas ocho mil denuncias de estudiantes que han sido estafados por la proliferación de las universidades llamadas “de garaje” pues funcionan en locales inapropiados, más cercanos a un garaje donde guardar un coche pequeño, que una institución de enseñanza superior.

Siempre según datos de Cones, de las 54 universidades existentes, 46 son privadas “y ni siquiera la mitad tienen carreras acreditadas”.

¿Por qué ha ocurrido esta situación? Se la atribuye a la Ley 2529 (Ley Marco) que le permitía al Congreso crear “a su antojo” las casas de estudios. A la desacertada ley se le debe sumar la reacción tan propia de nuestro país que al detectarse un problema se mete la cabeza abajo del ala y se espera que se solucione solo, mediante un milagro o un acto de magia. Mientras tanto el problema crece, se enquista e involucra a un número cada vez mayor de personas. Solo cuando se llega a dimensiones mamúticas se empieza a pensar qué se puede hacer. Esto sucedió con los limpiavidrios, con los cuidacoches, con los vendedores ambulantes que convirtieron el centro histórico en un verdadero zoco y ahora no hay ni milagro ni acto de magia que pueda solucionar tales problemas.

El ministro de Educación ha alertado a los jóvenes para que no se dejen estafar por estas universidades “garaje”. Mucho más efectivo sería que dicho ministerio dé a conocer una lista de universidades que pueden otorgar títulos, cuáles no, y cuáles son las carreras que están legalmente habilitadas. Pero hay que hacerlo ya, antes que esa lista de 8.000 estudiantes estafados siga creciendo.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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