La gente que se moviliza en el centro llega o supera al millón. Al apuro de un sanitario, se suma que los paraguayos tenemos la mala costumbre de paliar lo que se nos debe, solucionándolo por nuestra cuenta. Lamentablemente también es cierto que no derrochamos virtud de limpieza sobre los bienes comunes, casi siempre utilizados como basurero.
Aunque las comparaciones sean odiosas, quien haya pasado por países donde los baños públicos existen, se usan y se cuidan, sabe que hacer las cosas bien es posible y que no estamos pidiendo “tecnología de última generación”, sino dirigir los impuestos que pagamos hacia lo indispensable. Construir baños públicos amplios y funcionales en el centro parece misión imposible para todo gobierno municipal.
Con las alianzas, las empresas privadas vinieron a paliar la carencia con baños móviles en algunos sitios, pero casi nadie los usa por las bajas condiciones de higiene y la incomodidad.
Repasando lo que seguramente las autoridades saben al dedillo: el baño público debe estar limpio, los artefactos tienen que funcionar correctamente (cadena, canillas, llaves, picaportes, percheros), proveer papel higiénico y toallitas descartables para secarse las manos. Hay miles de soluciones poniendo voluntad de actuar y pensar. Nada de esto tenemos, me comentaban que se hizo un baño en tal plaza pero “los que entraban lo arruinaron enseguida”; bueno, seguramente la instalación era barata y está de más decir que tiene que haber control y campañas efectivas para enseñar a la población a usar y mantener estos lugares (en Paraguay sufrimos más la falta de hábitos higiénicos que de vandalismo).
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Haciendo una miniencuesta con los que pasan el día en la calle, como vendedores o gente que hace trámites, la mayoría sabe que en tal plaza hay baño, pero está sucio o cerrado, por eso piden permiso en algún centro comercial.
Mientras admirables murales alegran la vista de nuestra ciudad, el olfato no tiene la misma suerte, seguirán las estoicas paredes, postes, árboles, escalinatas y veredas con olor nauseabundo. Lejos de ser un consuelo, esta carencia no solo nos aqueja a nosotros, pasa en muchos lugares del mundo, pero lo que debe importarnos es mejorar nuestra realidad.
Parafraseando al maestro Gandhi, “se puede juzgar a un país por sus baños públicos”.
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