Tampoco tienen salida por la Ruta 11 Juana María de Lara a San Pedro de Ycuamandyyú, por el desborde del río Jejuí, pese a que allí hace poco se inauguró un puente de hormigón de 350 metros. Para el Ing. Viñales, representante técnico del consorcio Villa Ygatimí, que integran las empresas Tecnoedil SA, Constructora Mendes Junior Trading e Engenharia SA, para el asfaltado de 88 km desde Curuguaty hasta Ypejhú, nadie tenía en los planes la cantidad de lluvia caída, llegando inclusive a 700 milímetros en la zona de Ypejhú.
Es de rigor que las “consultoras viales” contratadas por el Ministerio para los estudios y proyectos de las rutas a licitarse tengan en cuenta potenciales periodos de lluvias extraordinarias como el que últimamente sufre la región. En este contexto no se puede desconocer que, en los últimos tiempos, el fenómeno de “El Niño” alteró la frecuencia de las “ocurrencias”. Según expertos, atribuibles al calentamiento global, y en nuestro caso con consecuencias catastróficas para el país, considerando las pérdidas de los productores y el costo que demandará la reparación de la red vial. El corte del terraplén y capa asfáltica de la Ruta III entre el km 383 y el km 389, por desborde del Azotey, a igual que los terraplenes de acceso al puente sobre el río Jejuí, son ejemplos claros de eso.
El puente sobre el Jejuí es la mayor obra de arte construido en el segundo departamento, estratégico para la zona, pues acorta unos 100 km la llegada a la ciudad de San Pedro. El proyecto licitado contemplaba la construcción de un puente de 150 m de longitud, 10,50 m de ancho, más dos aliviaderos (estructura en ambas cabeceras del terraplén de acceso para evitar inundaciones), con un costo de G 36.000 millones financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Pero como el pliego de bases y condiciones del llamado a licitación exigía a la adjudicataria verificar el estudio hidrológico, la revisión determinó que la luz del puente debía ser de 450 m, más dos aliviaderos de 50 m de largo en cada cabecera del puente (¿?). El error de diseño hizo que el Ministerio aprobara la construcción de un puente de 350 m, 10,50 m de ancho más dos aliviaderos de 75 m con una inversión que trepó a G. 43.529 millones. Vale decir que la modificación del contrato significó un encarecimiento del 20% del costo del proyecto (límite permitido por ley), pero los factores climáticos recientes demostraron que la luz adoptada para el puente fue insuficiente. Quizás los 100 m faltantes (como arrojó el estudio de verificación) hubiesen evitado el aislamiento de los pobladores.
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El Ing. Antonio Coronel, poblador de la zona, cree que hay desidia del MOPC porque “no se hizo bien el estudio de impacto ambiental para construir el puente (...). Evidentemente faltaron más aliviaderos, porque el agua se tranca y pasa encima de la ruta”. Por su parte, otros vecinos dijeron que con las intensas lluvias, los terraplenes generaron un embalzamiento, y torrentes de agua provocaron los cortes en ambos accesos al puente, lo que mostró que la sección de desagüe del puente (o área de escurrimiento) resulta insuficiente.
¿Qué se puede hacer ante toda esta situación? Para futuros concursos, el Ministerio debería establecer nuevas pautas de diseño, teniendo en cuenta el cambio climático, y evitar el fracaso de los diseños y/o estudios defectuosos que signifiquen daño patrimonial. En la región, las vialidades introdujeron el concepto de “estudio hidrovial” para tener en cuenta los efectos del calentamiento global y aplicar cuando la ruta proyectada debe atravesar valles de inundación. Quizás un suficiente número de alcantarillas compensadoras (aliviaderos) resulten mas práctico y económico que elevar los terraplenes.
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