Viva l’Italia

Este artículo tiene 6 años de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2393

SALAMANCA (España). Antes de entrar a navegar en aguas procelosas (tormentosas, por si algún legislador llega a leer estas líneas) hay que reconocer que la colectividad italiana ha realizado aportes valiosísimos al país, desde el campo de la ciencia (Moisés Bertoni), la arquitectura (Alejandro Ravizza) o las artes plásticas (Carlos Colombino, Pedro Di Lascio, Ricardo Migliorisi) sin olvidar a una gloria nacional como fue Silvio Pettirossi. Estos para mencionar solo unos pocos.

Hecha la salvedad vayamos a las aguas procelosas: los italianos de Italia deben estar poco menos que hartos de algunos paraguayos, dignos representantes de la llamada “viveza criolla”, decididos a labrarse una fortuna, rápidamente, no en base a su inteligencia, sino a su astucia y falta de escrúpulos.

En los años 70 del siglo pasado tuvimos a un grupo ítalo-argentino-paraguayo dedicado a armar coches de la famosa marca Alfa Romeo. Algo estuvo fuera de lugar ya que debió intervenir la justicia y los “empresarios” se esfumaron; un caso que no fue muy publicitado pero no por eso menos escandaloso.

Luego vino en uruguayo-argentino-paraguayo Gustavo Gramón Berres quien, de la más precaria pobreza pasó a la más opulenta riqueza. Estuvo en Italia y les convenció que le financiaran una planta procesadora de cítricos que el Estado paraguayo les pagaría. Hoy día no se sabe dónde está la planta industrial, dónde está el dinero, aunque sí se sabe dónde está la deuda que los italianos siguen reclamando.

El año pasado vino a Paraguay un grupo de empresarios con la intención de poner una fábrica procesadora de cemento. Mostraron sus estudios, sus planes, sus datos, sus informaciones, todo lo necesario para recibir el visto bueno. Y al parecer el visto bueno no llegó.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

La semana pasada, en una audiencia poco afortunada que concedió el presidente de la República, estuvieron en su despacho el gerente de Tabacalera del Este, José Ortiz (el poder atrás del trono durante la presidencia de Horacio Cartes) y el antiguo ministro de Obras Públicas, Ramón Giménez Gaona, durante el mismo periodo de tiempo. Fue una visita de puro protocolo para informarle al primer magistrado que piensan poner una fábrica de cemento con una inversión de 180 millones de dólares. Lo que no dijeron es que todo el sustento estratégico se basaba también al parecer en los planes presentados por los italianos.

Todavía no está todo dicho. La fábrica en ciernes estará a cargo de Jorge Méndez, ex presidente de la Industria Nacional del Cemento durante el reinado de Horacio Cartes, y que actualmente está cuestionado por el manejo de 80 millones de dólares, al mismo tiempo que la Contraloría lo está investigando por un daño de 15 millones de dólares durante su gestión. Sumando esto, aquello y lo otro ya se tiene el equivalente a un poco más de la mitad de lo que se invertirá en la nueva planta.

¿Y los italianos? Que aprendan un proverbio español: “El que con niños se acuesta, amanece mojado”. Mientras tanto, si las cosas se van a manejar como se han venido manejando otras empresas del mismo grupo, que nuestros países vecinos se preparen para comenzar a recibir grandes partidas de cemento de contrabando.

Es una pena que el presidente Abdo Benítez haya recibido a estas personas con tales antecedentes en su despacho del Palacio de Gobierno. Hay que recordar que “es necesario que la esposa del César no solo sea honesta, sino que también lo parezca”. Si esto se exige de la esposa, pues al César se le debe exigir mucho más. Hay que exigirle que se investigue el tema ya que por ese mismo camino Argentina sufrió perjuicios incontables durante la época de Saúl Menem, y en España pasó algo más o menos parecido durante el gobierno de José María Aznar. Si tenemos ejemplos tan vivos y cercanos, no seamos necios y aprendamos de ellos en lugar de ignorarlos.

jesus.ruiznestosa@gmail.com