Vivir alegres

Este tercer domingo de Adviento es llamado “Gaudete” (de gaudio – gozo, alegría) de la espera: debemos estar contentos porque esperamos a nuestro Salvador, a aquel que nos ama más que nosotros mismos nos amamos.

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Lc 3,2b-3.10-18

En la vida hay una alegría que podemos decir “de la pavada”, como la farra de la borrachera, la fugaz satisfacción de humillar a un contrario, ciertos hechos que hacen cosquillas en la vanidad y aplausos interesados que hinchan al ego.

Como el principio está mal, tarde o temprano esto desmorona, y poco ayuda para la profunda paz de espíritu que uno desea.

Es necesario conquistar la verdadera alegría con una lucha honesta de todos los días. Por ello, las personas se acercaban a Juan Bautista y le preguntaban qué debían hacer y él les contestaba: “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga otro tanto”.

Es evidente la enseñanza: la persona egoísta es una amargada, aquel que está centrado afanosamente en sus cosas, que las juzga todas imprescindibles, y no tiene sensibilidad para ver las necesidades de su semejante, jamás será feliz.

Por otro lado, no es fácil compartir los bienes, porque uno considera que, incluso, precisa de mucho más de lo que ya tiene, amén de justificarse afirmando que el otro no se esfuerza tanto cuanto podría hacerlo.

A los cobradores el profeta les advertía: “No exijan más de lo estipulado”. Así, para vivir la auténtica jovialidad, uno de los pasos es respetar los bienes del otro, cobrar el precio justo por los productos que vende, sin querer enriquecerse de la noche a la mañana.

La tentación de percibir más de lo debido alcanza, prácticamente, a todos los profesionales y cada vez que uno cae en esta trampa, cae también en la “alegría de la pavada”.

Delante de los militares Juan Bautista no tenía pelos en la lengua: “No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”.

Naturalmente, si el profeta daba estas orientaciones era porque algunos miembros de las fuerzas armadas hacían precisamente lo contrario: extorsionaban a la gente, hacían falsas denuncias inocentando a ladrones y se transformaban en “polibandis”.

Dios quiere que vivamos con “pila memete” y buen humor, lo que aumenta nuestros neurotransmisores, da salud y una sensación de bienestar.

Asimismo, san Pablo insiste: “Alégrense siempre en el Señor” pero debe ser con los criterios del Señor, y por ello, huyamos de los falsos gozos y practiquemos lo que nos indica el Evangelio.

Paz y bien. hnojoemar@gmail.com

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