Y sin embargo se mueve

SALAMANCA. Galileo Galilei fue obligado por la Santa Inquisición, a comienzos del siglo XVII (1630) a negar su afirmación de que la Tierra se movía alrededor del sol. Pero al retirarse de la sala donde le habían juzgado murmuró entre dientes: “Y sin embargo se mueve” (E pur si muove). Pues sí, no solo la Tierra, sino muchas otras cosas se mueven a pesar de que nos negamos a verlas o, simplemente, las negamos.

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Quienes piensan que los artistas y los intelectuales no sirven para nada pueden comprobar en estos días –incluso hoy mismo, esta noche– el fallo de sus ideas. El Instituto Municipal de Arte festeja sus 25 años de existencia y debe ser, con toda seguridad, la única institución municipal que ha pasado por diferentes administraciones incólume, sin haber perdido sus objetivos. Para ahorrar palabras: una institución ejemplar y una muestra de que cuando hay interés en hacer bien las cosas, se puede.

Esta noche, la Escuela Municipal de Danza del IMA ofrecerá el espectáculo “Imagina. Homenaje a Olga Blinder”, porque ella fue quien puso no solo la piedra fundamental, sino sobre todo la idea fundamental, que es mucho más importante e imperecedero ya que hasta las piedras pueden ser efímeras.

Hace 25 años, en 1991, se acababan de ganar unas elecciones en un ambiente de democracia recién estrenada y en la que, por primera vez, el partido gobernante durante los últimos cuarenta y cinco años caía derrotado frente a una fuerza opositora. Todo sonaba a nuevo, a nueva época; todos guardaban esperanza de que, por fin, los tiempos y las cosas cambiarían.

Olga Blinder notó que había una serie de escuelas de educación artística que pertenecían a la Municipalidad de Asunción, pero cada cual iba por su lado. Incluso funcionaban en lugares distintos, a veces muy lejos, no solo físicamente, unas de otras. Propuso la idea de juntar todas esas escuelas en un solo sitio bajo el nombre de Instituto Municipal de Arte. Así, todos los alumnos fueron a parar al antiguo edificio de la municipalidad que estaba en la calle Haedo entre Alberdi y Chile. Lo más importante de todo fue que estarían juntas las diferentes escuelas, pero, sobre todo, que además compartirían la misma filosofía. La idea permanente en Olga era la Educación por el Arte, y aquí se le presentaba la oportunidad de ponerla en práctica. Así se convirtió en su primera directora, el motor que puso en marcha una idea que permaneció durante estos veinticinco años a pesar del incendio que destruyó aquel edificio que se había vuelto emblemático al momento que se destruían decenas de instrumentos musicales, muebles y objetos indispensables para las clases que allí se daban.

Después de mucho deambular por este o aquel local, por fin existe la promesa de que el IMA contará con un nuevo local en la esquina de Presidente Franco y Montevideo donde se está restaurando una casa antigua, de aquellas casas señoriales, elegantes y austeras, que amenazaba derrumbarse a causa del descuido al igual que decenas de otras del antiguo centro histórico de Asunción. Aseguran que se mudarán el año próximo. Al dar este paso, se dirigirá todo a revitalizar aquel espíritu primero, multidisciplinar, multicultural, que primó desde el primer momento.

Quienes transitamos por diferentes motivos las aulas y pasillos de aquel primer edificio advertimos la energía que se desplegaba en un ambiente donde lo principal era el momento de la creación. Y era en todas partes. En un piso bailaban los del ballet, en el de abajo tocaban sus instrumentos los alumnos del conservatorio, en las escaleras aprendices de actores procuraban memorizar un parlamento teatral para decirlo en clase. Veinticinco años no han pasado en vano, y hoy el IMA se dispone a demostrar que, a pesar de incendios y estrecheces, calores y espacios improvisados, todavía se mueve. ¡Y cómo!

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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