–Usted es un empresario conocido. ¿Cuál es la inquietud que tiene sobre la decisión de Israel de cerrar su embajada en Asunción?
–Mire. Yo quiero hablar como alguien que se siente paraguayo. Yo nací en Perú. Mi padre es peruano, mi madre vino de Francia. Mis abuelos paternos son de Rusia. Mi abuela de Rumania. Uno de mis abuelos nació en Turquía. Estoy hace 30 años en Paraguay. Tengo tres hijos, una nació en Paraguay. Todos están casados con paraguayos. Tengo tres nietos, todos paraguayos. Yo me siento un paraguayo más que profesa la religión judía. Soy ingeniero industrial, con un postgrado en Marketing. Soy comerciante. Me gusta el trabajo gremial. Soy presidente de la Comunidad Judía del Paraguay. Antes fui presidente de la B’nai B’rith (Hijos de la Alianza), una organización con la que hacemos todos los años una recordación en noviembre por el aniversario de “La noche de los cristales rotos” (masacre de judíos en 1938 en Alemania). De hecho, se siguen rompiendo cristales por el mundo. Soy muy sensible ante las injusticias. Tengo en mi empresa 170 empleados y si algún cliente mío maltrata a alguno de ellos, lo borro de mi lista de clientes. El maltrato, la injusticia no me gustan. Este incidente entre el Gobierno de Israel y el Gobierno del Paraguay no puedo decir que no me afecta.
–La reacción de Israel pareció intempestiva, exagerada...
–Mi opinión personal, que creo que comparten muchos, es que Israel tiene un vínculo de amistad muy fuerte con el Paraguay que parte del mismo día de la votación en 1948 para su creación en las Naciones Unidas. Somos amigos desde hace 70 años pero tenemos una discrepancia. El Gobierno del Paraguay decide regresar su embajada a Tel Aviv por no estar de acuerdo con lo que hizo el Presidente anterior. Qué tengo que hacer como amigo: ir a conversar y explicarle a mi amigo; decirle que “por una decisión política queremos regresar la embajada a Tel Aviv. Espero que entienda. Busquemos la forma diplomática de hacerlo, sin ofender a nadie, sin maltratar a nadie, preservando nuestra amistad, manteniendo los lazos que nos unen...”. Pero si salgo y anuncio en la prensa, sin previo aviso, que regreso a Tel Aviv, es una forma fea de obrar. A un amigo no se le hace eso, no de esa forma. Y peor además que venga el representante de Palestina y diga: “Eso fue un logro mío, por la presión que le puse al Presidente de Paraguay el 15 de agosto...”. Honestamente no creo que haya sido la presión de él. Estoy seguro de que fue una decisión soberana, pero póngase en los zapatos del primer ministro (Benjamín Netanyahu), que administra un país que está bajo ataque permanente de enemigos que ya lo hubiesen pulverizado si no tenía el ejército más poderoso del Medio Oriente.
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–De todos modos pareció una decisión muy radical, innecesaria...
–Repito. Lo que hizo el Gobierno paraguayo, sin conversar, y que el enemigo de Israel se jacte internacionalmente de “su logro” lógicamente pudo ser tomada como una ofensa, una ofensa que generó una reacción que para mí fue una reacción viral del Gobierno de Israel, una reacción que salió de adentro, una reacción no pensada, no razonada, así como creo que fue la de Paraguay, así en la forma en que trató el tema. Entonces, me parece que hubo un error en la forma, no en el derecho, y que la reacción del primer ministro fue una reacción viral, muy propia de alguien a quien su amigo histórico lo ofendió. Entre amigos se habla. Pero si de repente en forma inexplicable usted ataca a su amigo y le ofende sin justificación, es muy probable que la reacción sea viral como pienso que sucedió... Lo que a mí me llamó la atención es que esta decisión se tomó 20 días después de la instalación del señor Presidente (Mario Abdo). ¿Cuáles eran el apuro y la trascendencia de mudar la embajada de esa manera?
–Se interpretó como que Paraguay fue un “conejillo de indias” de Estados Unidos...
–Que haya sido una marioneta de Estados Unidos, no le puedo decir, honestamente no tengo idea. El presidente de los Estados Unidos, con todas las discrepancias que podamos tener en sus formas, actitudes y expresiones, es un tipo que la tiene clara. Es un pragmático. Él dice: “para que se solucione este conflicto árabe-israelí que tiene 70 años de vigencia tenemos que regresar a la mesa de negociaciones”. Ahora, para regresar a la mesa de negociaciones hay un tema que Israel nunca va a negociar.
–¿Qué?
–Jerusalén. Es el lugar histórico del pueblo judío. El Islam aparece 600 años después de Jesús y Jesús nació, vivió y murió por los judíos. Nosotros estamos hoy en el año 2018. El pueblo judío está en el año 5700. Jerusalén occidental nunca va a convertirse en materia de negociación. Lo que hizo (Donald) Trump fue decir: “yo pongo mi embajada en Jerusalén y saco ese tema de la mesa de discusión”. Todo el resto es negociable: las líneas fronterizas, los territorios, etc. Pero mientras Jerusalén sea un tema de discusión nunca vamos a llegar a un acuerdo. Que Jerusalén sea sede de las embajadas, al contrario, contribuye a la paz, porque saca de la mesa de discusión un tema que nunca va a ser negociable. Por eso Estados Unidos mudó su embajada. No fue un capricho de Trump.
–Debe ser complicado vivir así...
–Yo estoy seguro de que el 97% de los musulmanes, más de mil millones, piensan igual que nosotros. Sueñan con vivir en paz, sueñan con educarse, sobresalir, vivir la vida como cualquier padre y madre. Pero son los fundamentalistas los que dominan y se prevalecen por la plata que les produce el petróleo.
–¿Eso no sucedía cuando no tenían petróleo?
–No. Cuando estaba el sha de Irán, que decían que era el dictador de Irán, ese era un país donde las mujeres se vestían como occidentales. En Siria la gente vivía en forma moderna como cualquiera de nosotros. A nadie se le coartaba su libertad para ir a la Iglesia que preferían. Había tolerancia religiosa absoluta. Bueno, se vino la Primavera Árabe y los fundamentalistas decapitan, matan a pedradas, torturan, cuelgan a los homosexuales en la calle. Si una mujer es violada necesita dos testigos...
–Bueno, se fue Israel y se supone que no va a ser por mucho tiempo si es solo despecho...
–A mí no me preocupa Israel. Israel se sabe cuidar solo. A mí me preocupan nosotros, nuestros hijos, nuestro Paraguay querido, que no se vea influenciado por ideologías que van en contra de nuestro modo de vida. Esa es la única preocupación, nada más. Dios quiera que nuestros líderes tengan la sabiduría y que Dios los ilumine para ir por el buen camino y no exponer a nuestras futuras generaciones a ideologías que cambien nuestro modo de vida. El problema es con quién me hago amigo ahora y qué me aporta. Qué me trae Qatar...
–Se molestaron los israelíes por la venida del príncipe...
–No. No se molestaron los israelíes. Se preocuparon. Que haya venido el príncipe no es el tema. También fue a Perú y a Argentina. A todos los ciudadanos deberían preocupar esas nuevas amistades. Qatar es un país que está aislado del Golfo Pérsico por financiar al terrorismo. Son todos multimillonarios que se van a Londres en su avión privado y manejan Ferraris. Pero tienen presión de los grupos fundamentalistas a quienes pagan cupos para que no los ataquen. Pagan el derecho de vivir tranquilos en su feudo. Tienen más petróleo que nadie y menos gente que todos...
–El país perfecto...
–Exactamente, pero está aislado. La preocupación es que si ellos traen dinero para acá, lo traen acompañado de qué...
–Turquía también anunció que instalará su embajada en Asunción...
–Turquía es un país que forma parte de la OTAN. Está gestionando ser parte de la Unión Europea pero su presidente, Erdogan, ha islamizado Turquía, un país que siempre fue laico, con la religión y Estado separados, como tenemos en Paraguay. En un país islámico usted no puede construir una iglesia cristiana, y si permiten, no puede ser más alta que una mezquita. Ellos, en cambio, construyen mezquitas con toda libertad en todo Occidente...
–Qué significa...
–En general son países sin democracia, sin libertad de prensa, sin libertad de culto, sin libertad de movimiento, las mujeres no pueden trabajar. Hasta hace poco tenían prohibido manejar. Ahora parece que pueden pero si piden permiso al marido. Para viajar tienen que tener permiso escrito del marido, ni que fueran criaturas. Cuanta más fortuna amasan, obligan a sus pueblos a regirse como en la Edad Media...
–Esas son historias como si nos hablaran de otro planeta. Esta ruptura que existe con Israel ¿tiene forma de solucionarse pronto?
–No hay una ruptura de relaciones diplomáticas...
–Es como si hubiera...
–Seguramente una vez que se termine de cerrar la embajada de Israel en Paraguay se nombrará un embajador concurrente (en Buenos Aires) y habrá que comenzar. Yo dejo a Israel de lado. Israel puede vivir sin Paraguay.
–Y Paraguay sin Israel...
–Exactamente. El problema es si Paraguay no va a quedar expuesto a llenar ese vacío con embajadas de gobiernos que solo quieren traer sus ideologías, su proselitismo para terminar dividiendo a nuestra sociedad.
–El ministro (Luis Castiglioni) decía que Paraguay tiene la libertad de buscar lo mejor para sus intereses en ese sentido...
–Absolutamente. Por eso, hay que tener cuidado con quién uno se hace amigo. Lo único que a mí me preocupa es que nuestros gobernantes tengan la lucidez suficiente para no equivocarse en con quién se amigan y a cambio de qué. En un congreso al que asistí hace poco, una boliviana nos contó que Irán mandó construir un gran hospital cerca de unas reservas de uranio. Nos mostró fotos de ese hospital y de un avión Tupolev iraní que aterrizó con el argumento de que traía material para ese sanatorio. La casualidad es que el sanatorio se construyó a 25 km de los grandes yacimientos de uranio. La pregunta era: ¿qué se pudo haber llevado ese avión gigante a su país? La cuestión es: ¿estamos dispuestos a recibir caridad a cambio de ideologías enfermizas que vienen a lavar el cerebro de nuestros hijos y nietos?
(holazar@abc.com.py)
