A un siglo y medio del fuego de artillería sobre la capital paraguaya

Este artículo tiene 7 años de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2393

Hoy, 24 de febrero se cumplen 150 años del bombardeo sobre la ciudad de Asunción, realizada por buques de la escuadra brasileña. El mismo causó numerosos destrozos sobre una ciudad despoblada de sus habitantes y que significó el inicio de un cruento final y la destrucción de todo un país. El gobierno ya estaba en Luque.

Días después de superado el bastión que significaba la fortaleza de Humaitá, los buques acorazados “Bahía”, “Barroso” y el monitor “Río Grande” se acercaron a Asunción, despoblada dos días antes por orden del Gobierno y trasladada la capital a la vecina ciudad de Luque –donde estará hasta principios de diciembre de aquel fatídico año–.

Asunción, desde el 22 de febrero era una plaza exclusivamente militar, guarnecida por la artillería, entre las que se encontraba el cañón “Criollo”, emplazado en la loma de San Jerónimo y otros ubicados en diversos puntos del litoral.

A las dos de la mañana del día 24 de febrero, un chasque enviado desde Itá Enramada, puso sobre aviso a las autoridades militares asunceñas, que tomaron las medidas necesarias para la defensa de la excapital del país.

Al aclarar el día los buques enemigos estaban a la altura de Tacumbú y a eso de las 8 am estuvieron frente a Itá Pytã Punta. Desde allí empezaron a bombardear la ciudad, a lo que se respondió tímidamente desde la batería de San Jerónimo.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Según el relato del cónsul norteamericano Washburn, quien desde el local de la legación, ubicado en la manzana conformada por las calles Oliva, 14 de Mayo, General Díaz y 15 de Agosto, “El 24 por la mañana, según todas las apariencias, era evidente que los cañoneros estaban cerca.

El único fuerte que se les opondría se hallaba a unas doscientas veinte yardas de mi casa, en línea con la calle que ella ocupaba. Por la gran actividad que observábamos dentro y en rededor del fuerte, se anticipaba sin duda algo extraordinario…”.

Según Washburn, “La potencia de fuego del fuerte consistía en un gran cañón de a 150 (el “Criollo”) tan malamente montado que no se lo podía manejar, y unas pocas, piezas de campaña completamente impotentes e inocuas contra los acorazados…”.

La ubicación del “Criollo” no ayudó en gran cosa y los demás cañones ni hicieron mellas en los buques, que siguieron arrojando sus balas y metrallas sobre la ciudad.

Palacio inconcluso 

Gran perjuicio tampoco hizo el fuego enemigo, aparte de herir a un soldado, matar un perro vagabundo y destruir parte del inconcluso edificio del palacio del mariscal López.

Luego de dos horas de nutrido fuego de artillería y al divisar desde el río las banderas de los consulados extranjeros y, por sobre todo, los cañoneos de respuesta del “Criollo”, convencieron al jefe de la escuadra brasileña, a volver hacia el sur, sin intentar siquiera un desembarco en la despoblada ciudad.

Siglo y medio después, nuestra inveterada indolencia e ingratitud, rendimos “honores” al “Criollo”, convirtiéndola en excusado de gente inútil, irreverente e irrespetuosa de los símbolos de la heroicidad pasada.

Previamente al bombardeo a la capital, en la noche del 22 de febrero 1868, el vicepresidente Sánchez y los funcionarios se trasladaron en tren hasta la ciudad de Luque, nuevo asiento del Gobierno. 

Esa misma noche, el vicepresidente ordenó que fuera evacuada inmediatamente la población civil asunceña y trasladada a Luque u otras ciudades del interior del país, para ponerse a salvo del ataque y bombardeo de la flota aliad.

El cañón criollo

Días atrás, la Municipalidad de Asunción liberó el espacio destinado al cañón Criollo, armamento que forma parte de la historia del país y que había quedado oculto entre los damnificados a causa de la crecida del río Paraguay en la Capital.

En un posteo en redes sociales el historiador Fabián Chamorro lamentó que el cañón Criollo, “uno de los solitarios defensores de Asunción”, hoy esté sosteniendo un baño improvisado, plantas y una parrilla de asado.

Recordó el origen del cañón y todo su recorrido a lo largo de su historia. “Es de bronce. Fue fundido en Ybycuí y adaptado en Asunción; estaba ubicado en lo que actualmente es el barrio San Jerónimo e inclusive hizo retroceder a dos acorazados brasileños en febrero del año 1868”, relató. Fue capturado, pero devuelto por Argentina en 1954.

surucua@abc.com.py