Aseguran que los asesinos de Medina siguen en Ypejhú

El exintendente de Ypejhú Vilmar “Neneco” Acosta, junto con su grupo de delincuentes, permanece en la zona. Cuenta con protección policial y militar. Cambia de lugar de hospedaje diariamente.

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Un sobrino suyo se encarga de llevarle comida y de activarle cada día el chip de telefonía celular para seguir manejando sus negocios. Una fuente aseguró que la noche del asesinato del periodista Pablo Medina, ocurrido el 16 de octubre, el exjefe comunal se refugió en el destacamento militar del lugar, presuntamente bajo el resguardo del entonces Cnel. Felipe Orrego. Ayer, el comandante de las Fuerzas Militares aseguró que iniciarán una investigación sobre el caso.

Una fuente confiable entrevistada por ABC Color, cuya identidad nos reservamos por razones de seguridad, detalló cómo la banda delictiva de Ypejhú se sigue movilizando en la comunidad e inclusive cuenta con protección policial y militar.

El grupo está integrado por el exintendente de Ypejhú Vilmar Acosta, su padre Vidal Acosta, su hermano Wilson Acosta, su sobrino Flavio Acosta, y un matón al servicio del grupo, Arnaldo Javier Cabrera.

Nuestra fuente aseguró que tanto policías como militares operan al servicio del grupo. Tras el asesinato del periodista de nuestro diario ocurrido en la comunidad de Itanaramí, distrito de Villa Ygatimí, el 16 de octubre pasado, el clan Acosta se reunió en la panadería “La Barrereña” perteneciente a Virgilio Alcaraz y María Acosta, tíos de “Neneco”.

El centro comercial sería utilizado normalmente por los Acosta como centro de operaciones, planificación y evaluación de sus actividades criminales y negocios turbios. La noche del 16 no fue diferente. “Neneco”, junto a su padre Vidal, su hermano Wilson –este último sindicado como autor material del crimen– y otros familiares se reunieron y evaluaron la situación.

Mientras estos se reunían, planificando acciones a tomar tras el asesinato cometido, en el hospedaje “Kalichu” se refugiaba el otro autor material del crimen, Flavio Acosta, sobrino de “Neneco”.

Tras el análisis del asesinato, al día siguiente, el exjefe comunal se refugió en el destacamento militar del lugar, presuntamente bajo la protección del coronel Orrego. Inclusive, el militar habría hecho un mandado para Acosta. En un auto de color gris fue hasta “La Barrereña” y pidió que se fraccione una res de carne vacuna, que él mismo llevó. Dijo que era para el intendente.

La tranquilidad de “Neneco” se vio interrumpida por la llegada de efectivos del Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional, y de un grupo de fiscales encabezados por la agente Sandra Quiñónez, quienes comenzaron a hacer allanamientos.

Esta situación obligó a Acosta a cruzar la frontera hacia el Brasil, con ayuda policial y militar. Fue al vecino país a renovar sus documentos, pues el mismo cuenta con doble nacionalidad: la paraguaya y la brasileña.

Algunos días después regresó a su distrito, Ypejhú, y, como estrategia, a diario cambia de refugio para que la supuesta intensa búsqueda de la justicia no pueda dar con él.

Actualmente, Éver Alcaraz, primo de Neneco, e hijo de su tía María Acosta, dueña de la panadería de Ypejhú, junto con su familia se estarían encargando de la logística para el exintendente y sus cómplices, incluyendo comida, activación de chip de celulares e incluso armas y dinero.

Vilmar “Neneco” Acosta Marques (expulsado recientemente del Partido Colorado) está sindicado como autor moral del asesinato del corresponsal de nuestro diario en Curuguaty, departamento de Canindeyú, Pablo Medina, y su acompañante Antonia Almada, el 16 de octubre pasado.

El exintendente de Ypejhú, Vilmar Acosta Marques, también cuenta con fuerte protección política. El sábado 18 de octubre, dos días después del asesinato del periodista de nuestro diario Pablo Medina,

Acosta pidió ayuda a la diputada colorada por Canindeyú, Cristina Villalba. La legisladora inclusive llegó a conversar telefónicamente con el fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, sobre la situación del hoy prófugo de la justicia. Pese a intentar negarlo,

Villalba es considerada protectora del exjefe comunal, un conocido narcotraficante que operaba y traficaba tranquilamente marihuana desde Ypejhú. La Municipalidad era utilizada como un depósito de droga, según comprobaron las autoridades.

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