Uno de los primeros grandes hallazgos en el estudio de correspondencia de bienes de los “magos” aduaneros, que la Contraloría denunció ante el Ministerio Público, es la omisión de un vehículo del año 2.000 del funcionario Julián Martí, en su Declaración Jurada de Bienes.
Dos años y medio después de iniciar el estudio de correspondencia a un grupo de 30 aduaneros, la Contraloría derivó tres casos a Fiscalía, entre ellos el denunciado como “declaración falsa” por omisión de un Toyota Premio año 2.000. Mientras tanto las grandes fortunas de los “magos” de las finanzas que salieron a la luz en el último año se van direccionando al blanqueo.
Según la copia de la denuncia que nos facilitó la Contraloría, entre sus tres grandes descubrimientos están el auto no declarado de Martí, una cuenta de dinero pero no se identifica en qué institución, así como bienes no sustentados por G. 391 millones de Sergio Arias Carrasquillo y G. 700 millones de Alfredo Cabral Lesmo.
Llama la atención que la Contraloría le genere inconvenientes a un funcionario por omisión de un auto de G. 30 millones y no vea la millonaria flota de vehículos de alta gama del joven Luis Roberto Pintos y de su socio comercial Roberto Fabián Fernández quien con sueldo de G. 8 millones compra camioneta de US$ 50.000, además de maquinaria agrícola; o la camioneta Mercedes Benz de US$ 55.000 de Nelson Mancuello, entre otros.
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Informaciones preliminares recabadas en su momento indican que en el caso de Pintos, la Contraloría no tiene hallazgos “sospechosos de enriquecimiento ilícito”, pese a que en tres años, oficialmente se conoce que el joven acumuló cerca de G. 4.600 millones.
En consultas anteriores a la dependencia de Declaraciones incluso nos habían confirmado que Pintos no declaró la inversión en su Spa de unos G. 400 millones aproximadamente, pero al parecer, la omisión no fue tan grave para los auditores de Contraloría General de la República.